José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, asumió recientemente la Presidencia de Chile con el desafío de consolidar su gobierno y llevar a cabo las transformaciones que prometió durante su campaña electoral. Menos de diez años después de formar el partido, Kast logró convertirlo en la principal fuerza política del país y obtener la victoria en las elecciones presidenciales.
Sin embargo, la tarea que enfrenta Kast ahora es distinta a la que requirió la construcción de su movimiento político. Según el analista Luis Larraín, Kast deberá demostrar habilidades de negociación, consenso y ejecución para poder implementar su programa de gobierno y resolver los principales problemas que aquejan a los chilenos.
Larraín señala que Kast ha demostrado tener "sentido de realidad", lo que le permitirá entender que no podrá llevar a cabo todos sus sueños, pero que tampoco debe perder la energía y voluntad necesarias para concretar los cambios que prometió. En ese sentido, el concepto de "gobierno de emergencia" que propone Kast podría ser funcional, ya que obliga a priorizar, renunciar a ciertas cosas, pero también exige determinación para actuar rápido y mejorar tangiblemente la calidad de vida de la población.
Uno de los principales desafíos será ampliar el "ancho de banda" de su equipo de gobierno y los partidos que lo respaldan, más allá de lo que Kast ha manejado hasta ahora. Sin embargo, esto no debe hacerle perder el sentido de urgencia que caracterizó su campaña de segunda vuelta y sus primeros gestos como presidente electo.
En ese sentido, Larraín destaca positivamente la rápida incorporación de figuras como la familia Piñera, Eduardo Frei y los partidos Chile Vamos, Amarillos y Demócratas, así como la reunión que Kast mantuvo esta semana con ocho partidos políticos, lo que se considera una señal promisoria.
El analista también advierte que Kast debe evitar caer en el "voluntarismo" de delinear ahora la fisonomía precisa que ha de tomar el apoyo partidario a su gobierno, o pretender planificar segundos o terceros períodos presidenciales. En su lugar, debería enfocarse en una implementación exitosa de su plan para los primeros 90 días, aprovechando su potestad reglamentaria en temas como inmigración, política carcelaria y uso de la fuerza, así como en resolver legislativamente asuntos que cuentan con el respaldo mayoritario de la población.
Larraín concluye que el entorno internacional podría convertirse en un "inesperado regalo" para Kast, y que su discurso del domingo, criticado por algunos "estetas de la retórica", fue en realidad un acierto político al sintonizar con los chilenos al revalorizar el orden y su importancia para las familias, alejándose de la imagen de un "presidente de ultraderecha".
