El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se encuentra sumido en una crisis de múltiples frentes que ponen a prueba su liderazgo. A los problemas políticos y judiciales que ya arrastraba, en las últimas semanas se han sumado nuevos escándalos que han agravado un curso político especialmente convulso.
El llamado caso Koldo, con la detención de Santos Cerdán y del exministro José Luis Ábalos, las denuncias de acoso sexual contra varios dirigentes socialistas y las tensiones con sus socios de Gobierno, como Junts y Sumar, han complicado aún más la situación del líder del PSOE.
A pesar de todo, Sánchez se resiste a soltar las riendas del Ejecutivo y ha dejado claro que su intención en 2026 es aguantar al frente del Gobierno, pese al desgaste que ya le alertan incluso sus propios socios de coalición.
Uno de los grandes problemas a los que tendrá que enfrentarse a principios de año será precisamente el de sus socios parlamentarios. La ruptura anunciada por Junts a principios de noviembre, se suma ahora a las amenazas de ERC, Podemos y el PNV, que le exigen mayor impulso en materia de vivienda y le han lanzado un ultimátum: detener la hemorragia o enfrentar un adelanto electoral.
Sánchez no ha desvelado aún sus planes para apaciguar estas presiones, aunque sí ha realizado algunos gestos a sus socios de la izquierda, como la prórroga del escudo social. Además, fuentes gubernamentales aseguran que a ninguno de ellos les conviene ir a elecciones y que gobierne la derecha.
De hecho, los esfuerzos y las esperanzas del Gobierno parecen volcados en Junts. Sánchez confía en una "ventana de oportunidad" con el partido de Carles Puigdemont para sacar adelante unos Presupuestos que le proporcionen el oxígeno necesario para intentar agotar la legislatura.
Pero si hay algo que marcará el tablero político en 2026, serán las sucesivas elecciones autonómicas que se avecinan. La derrota del PSOE en Extremadura se lee como antesala a lo que podría suceder en los comicios de Aragón, Castilla y León y Andalucía. Aunque Sánchez confía en aprovechar estos resultados para señalar al PP por sus pactos con Vox, una cascada de batacazos electorales podría hundir aún más los ánimos de las bases.
Mientras tanto, la actividad parlamentaria y judicial seguirá poniendo entre las cuerdas a Sánchez. En enero se producirán las primeras votaciones en el Congreso, y el presidente del Gobierno deberá comparecer de nuevo en el Congreso a principios de 2026, además del juicio por el caso de su hermano, David Sánchez, que podría celebrarse en primavera.
A pesar de todo, Sánchez se aferra al poder y mantiene su determinación de liderar el PSOE hasta el final de la década. En los últimos meses, ha logrado aferrarse a algunos flotadores que le han dado cierto respiro al PSOE en momentos críticos, como su postura firme sobre la cuestión palestina, la campaña por el blindaje del derecho al aborto o medidas sociales como los permisos de paternidad y maternidad.
Estas cuestiones funcionan como el tipo de incentivos que sus socios reclaman de cara a 2026: algún balón de oxígeno que justifique resistir al frente del Gobierno mientras el voto progresista sigue hundiéndose.











