Las reformas electorales en Honduras siguen atrapadas entre la urgencia democrática y el temor político. Según el exmagistrado del extinto Tribunal Supremo Electoral, Augusto Aguilar, el país enfrenta un problema claro: el miedo de la clase política a transformar un modelo electoral que ya no genera confianza ciudadana.
Aguilar sostiene que las reformas deben ir más allá de ajustes superficiales. Entre los cambios indispensables, menciona la implementación de una segunda vuelta y la transformación del modelo de integración de las mesas electorales, alejándolas del control directo de los partidos políticos.
Otro nudo central es la transmisión de resultados preliminares, donde Aguilar considera que el organismo electoral debe contar con su propio personal, infraestructura y tecnología, en lugar de depender de empresas extranjeras.
El experto advierte que las reformas deben aprobarse desde el primer año de gobierno, ya que postergarlas implica abrir espacio a intereses políticos que, con el tiempo, se fortalecen y bloquean cualquier intento de cambio.
"El actual escenario refleja una gestión irregular del órgano electoral", dice Aguilar, quien señala que Honduras no había vivido una situación de desconfianza tan generalizada en los últimos años. Esa falta de confianza convierte cada elección en una competencia tensa antes, durante y después de la votación.
Mientras el miedo político siga dominando la agenda, Honduras continuará votando en medio de la desconfianza y la democracia seguirá esperando el cambio que ya sabe que necesita.











