Donald Trump, la figura política más controvertida y determinante de los últimos años, ha vuelto a la presidencia de Estados Unidos tras ganar las elecciones de 2024. Su segundo mandato, que se extenderá hasta 2028, se perfila como una continuación de su estilo disruptivo y confrontacional, que ha sacudido los cimientos de la política global.
Empresario, figura mediática y líder del Partido Republicano, Trump irrumpió en la escena política estadounidense como un fenómeno imposible de ignorar. Para algunos, es un líder transformador; para otros, un personaje incómodo. Pero incluso sus adversarios coinciden en algo esencial: Trump no pasa inadvertido.
Durante su primer mandato, entre 2017 y 2021, Trump implementó una agenda política marcada por el proteccionismo económico, el endurecimiento de las políticas migratorias y la lucha contra el narcotráfico. Ahora, en su regreso a la Casa Blanca, el presidente republicano se ha lanzado a cumplir, con una determinación casi obstinada, las promesas hechas en campaña.
El control estricto de las fronteras, la reactivación de su política proteccionista y la ofensiva contra el tráfico de fentanilo son algunas de las prioridades de su segundo mandato. Trump se ha presentado como un guardián del orden social, convencido de que sin disciplina no hay progreso y sin trabajo no hay paz.
Pero el impacto de Trump trasciende las fronteras de Estados Unidos. Su ascenso ha sacudido el tablero geopolítico internacional, cambiando las reglas del comercio, la migración y la diplomacia. Paradójicamente, el presidente republicano, frecuentemente retratado como belicista, ha sorprendido al mundo al priorizar la negociación y la paz por encima de la guerra abierta.
En el plano moral y social, Trump ha insistido en la necesidad de devolver a la política un anclaje espiritual. Para sus seguidores, incluso la elección de un papa de origen estadounidense simboliza un giro espiritual acorde con esta visión.
Amado por unos, rechazado por otros, el liderazgo de Donald Trump ha dejado una huella profunda en la política global reciente. Sin lugar a dudas, es el presidente más poderoso del mundo.












