El 2025 ha sido un año complicado para las dos principales economías de Europa, Alemania y Francia, que han enfrentado diversos desafíos que han frenado su crecimiento. Mientras Alemania trata de dejar atrás dos años de recesión con un plan de inversión en infraestructuras y defensa, Francia intenta superar la inestabilidad política que dificulta la toma de decisiones en temas clave.
Pese a la falta de empuje de estos dos países, el Banco Central Europeo (BCE) ha elevado en dos décimas su previsión de crecimiento de la eurozona para este año (1,4 %) y el próximo (1,2 %). Sin embargo, los principales institutos de estudios económicos y el Gobierno alemán esperan que el año se cierre con un crecimiento mínimo, de entre el 0,1 % y el 0,2 %, y que el repunte sea superior en 2026 y 2027.
En el caso de Alemania, el Instituto IFO de Múnich advierte de que las inversiones en infraestructuras y defensa solo darán un impulso coyuntural que no tendrá efecto a largo plazo, ya que no aumentará el potencial de productividad. Además, alerta de que las empresas alemanas se están adaptando con lentitud y elevados costes a los cambios estructurales, como la descarbonización y la digitalización.
Por su parte, el Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIW) recalca que la política fiscal expansiva del actual Gobierno sólo encubre los problemas estructurales de la economía, pero no los resuelve. Entre estos problemas se menciona la falta de reformas en los sistemas sociales, el exceso de burocracia y el retraso de Alemania en campos como la Inteligencia Artificial (IA).
En el caso de Francia, el principal problema es la inestabilidad política, que dificulta atacar la mayor amenaza: el déficit público, que puede agravar la ya elevada deuda. El Gobierno francés asume que no dispondrá de un presupuesto para 2026 antes de que acabe el año y se encamina a una prórroga de al menos un mes, lo que puede traducirse en concesiones y, por consiguiente, agravar el gasto.
Pese a estas sombras, los indicadores económicos de Francia son mejores de lo que se esperaba en verano. El Instituto Nacional de Estadística de Francia mejoró una décima su previsión de crecimiento del PIB para este año, hasta el 0,9 %, y lo situó por encima del 1 % en 2026.
En resumen, tanto Alemania como Francia, las dos locomotoras económicas de Europa, enfrentan desafíos que han frenado su crecimiento. Mientras Alemania trata de dejar atrás la recesión con un plan de inversión, Francia lucha contra la inestabilidad política que dificulta la toma de decisiones en temas clave. Sin embargo, ambos países esperan un repunte en los próximos años, aunque los expertos advierten que los problemas estructurales aún no han sido resueltos.
