El mundo de la inteligencia de alto vuelo quedó impactado por la muerte del mayor Marco Castro Renwick (65), uno de los integrantes del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la Policía que capturó a Abimael Guzmán en 1992. Castro fue reconocido como un héroe de la democracia por su crucial participación en algunas de las operaciones más importantes contra el terrorismo en el Perú.
Uno de los máximos logros de Castro fue haber comandado al grupo de escuchas, integrado por 32 agentes de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dincote), que introdujo los pequeños micrófonos en la residencia del embajador de Japón que había sido tomada por terroristas del MRTA, en diciembre de 1996. Gracias a esa labor de alta inteligencia tecnológica, los comandos del Ejército lograron ejecutar con éxito la operación 'Chavín de Huántar' y rescatar con vida a los 72 secuestrados.
Sin embargo, pese al tiempo transcurrido, Castro y su grupo jamás han sido reconocidos oficialmente por su papel fundamental en el éxito de esa operación. Incluso en las películas y documentales que se han producido recientemente sobre el rescate, esa labor policial apenas es mencionada en un segundo plano sin la importancia que significó.
El periodista que dio a conocer la labor de Castro y su equipo en 1998 relata que el mayor sufrió maltratos y estuvo a punto de ser expulsado de la Policía por orden de Vladimiro Montesinos, quien se atribuía el éxito de la operación. Fue gracias a la intervención del jefe de la CIA en Lima que se logró evitar la injusticia.
A pesar de su heroica trayectoria, Castro solo llegó al grado de mayor por una injusticia administrativa, ya que no pudo ascender más por no haber realizado un curso requisito para el siguiente grado. Ahora, su muerte ha vuelto a poner en evidencia el olvido y la falta de reconocimiento que sufrieron él y su equipo por parte de las autoridades.
