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Navidad en Belén: Fe y dolor en la tierra de Cristo

Navidad en Belén: Fe y dolor en la tierra de Cristo

La Natividad en la destruida tierra de Cristo es una reflexión crítica sobre la celebración de la Navidad en Belén, la ciudad donde nació Jesús, en medio del doloroso conflicto israelí-palestino que ha devastado la región durante décadas.

Belén, la ciudad santa donde se erige la Basílica de la Natividad, es hoy un escenario de división y sufrimiento. La ocupación israelí, los enfrentamientos armados y la violencia han transformado profundamente el espíritu de esta festividad religiosa, que debería ser un momento de paz y esperanza.

Las calles de Belén, antaño llenas de peregrinos y fieles, ahora se ven ensombrecidas por los controles militares, los bloqueos y las restricciones a la libertad de movimiento. Los habitantes de la ciudad, muchos de ellos cristianos, viven bajo la constante amenaza de la violencia y la incertidumbre sobre su futuro.

"Es difícil celebrar la Navidad cuando tu propia tierra está en guerra", afirma Rami, un joven palestino de Belén. "Nuestras familias están divididas, nuestras casas destruidas y nuestra gente sufre. ¿Cómo podemos festejar cuando todo a nuestro alrededor es dolor y desesperanza?"

La Basílica de la Natividad, uno de los lugares más sagrados del cristianismo, se yergue como un símbolo de la compleja realidad que vive Palestina. Rodeada por muros, controles y tensión, la iglesia que alberga el lugar donde, según la tradición, nació Jesús, se ha convertido en un reflejo del conflicto que lacera a la región.

"Venimos a Belén buscando paz y encontramos guerra. Venimos a celebrar el nacimiento de Cristo y nos topamos con la destrucción de su tierra", lamenta María, una turista española que visita la Basílica. "Es desgarrador ver cómo este lugar sagrado está atrapado en medio de un conflicto que parece no tener fin".

Más allá de las fronteras de Belén, el mundo observa en silencio el sufrimiento de los palestinos. Las negociaciones de paz se han estancado, las resoluciones de la ONU no se cumplen y la comunidad internacional parece haber olvidado el drama que vive esta tierra.

"Necesitamos que el mundo nos escuche, que vea nuestro dolor y que actúe para poner fin a esta ocupación", clama Nadia, una mujer cristiana de Belén. "Nuestra Navidad está teñida de tristeza, pero no perderemos la esperanza de que algún día podamos celebrar en paz la llegada de nuestro Salvador".

Mientras Belén se prepara para recibir a los pocos peregrinos que aún se atreven a visitar la ciudad, la Natividad en la tierra de Cristo se convierte en un símbolo de la lucha por la justicia y la paz en Palestina. Una lucha que, como el nacimiento de Jesús, sigue esperando ser escuchada y atendida por el mundo.

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