Hace casi un siglo, en mayo de 1927, Benito Mussolini pronunció un discurso ante el Parlamento italiano que consolidó su poder como líder del régimen fascista. En ese momento, la Italia de Mussolini ya había adoptado la forma de un Estado autoritario, y el Duce no dudó en enterrar "la mentira del sufragio universal" y elogiar la autoridad de la policía por sobre cualquier otra institución.
Este episodio histórico es analizado en profundidad por el escritor y periodista italiano Antonio Scurati en su saga novelística "M", que reconstruye el ascenso, auge y caída del fascismo desde la perspectiva del propio Mussolini. En una entrevista, Scurati subraya que el fascismo no fue solo violencia, sino también una poderosa seducción que le permitió conquistar y conservar el poder durante décadas.
Según el autor, Mussolini no solo fue el fundador del fascismo, sino también el arquetipo del líder populista moderno, caracterizado por el oportunismo táctico, la ausencia de principios y la habilidad para capitalizar el miedo y el descontento de la población. Estas mismas características, advierte Scurati, pueden observarse en muchos de los líderes autoritarios y movimientos populistas que han surgido en las últimas décadas.
"Hoy lo que regresa sobre todo es la seducción fascista, incluso en ausencia de su violencia física", afirma Scurati, quien critica el abuso del término "fascista" para desacreditar a los adversarios políticos, ya que considera que esto ha banalizado y vaciado de fuerza a dicho concepto.
El escritor italiano sostiene que la democracia no es un estado natural ni un patrimonio garantizado, sino una conquista siempre inacabada, y que la historia del fascismo sigue siendo una herramienta indispensable para comprender los desafíos actuales. En ese sentido, advierte sobre la "continuidad histórica" entre el fascismo histórico y los movimientos populistas que hoy gobiernan en varios países, incluyendo su natal Italia.
"La aceptación de las reglas del juego electoral es hoy el presupuesto, el antecedente de la deriva autoritaria, no su antídoto", sentencia Scurati, quien considera urgente que las democracias reanuden la "lucha por la democracia" ante el avance de las fuerzas que buscan erosionarla desde adentro.
