El Gobierno de Bolivia ha tomado una decisión histórica al eliminar el subsidio a los combustibles, mediante el Decreto Supremo 5503 del 17 de diciembre. Esta medida, si bien dolorosa, es inevitable y necesaria para corregir un desequilibrio estructural que ha llevado al país a una crisis económica sin precedentes.
Durante más de una década, Bolivia disfrutó de una bonanza económica gracias a los altos ingresos por exportación de gas. Sin embargo, en lugar de aprovechar esa riqueza para diversificar la matriz productiva y reducir la dependencia del gas, el Gobierno anterior optó por expandir el gasto público, consolidar subsidios y profundizar una lógica redistributiva orientada a la reproducción del poder.
Ahora, con la abrupta caída de los ingresos por gas, el modelo ha colapsado. Los dólares que ingresaban por exportación de gas a Argentina y Brasil, que en 2014 superaban los $us 6.000 millones, hoy apenas bordean los $us 1.500 millones. Esto, sumado a un déficit fiscal promedio del 10% del PIB en los últimos 10 años, ha llevado a un agotamiento de las reservas internacionales y a un endeudamiento creciente.
Según el Ministro de Economía, Marcelo Guardia, solo en 2024 Bolivia destinó alrededor de $us 4.500 millones para importar combustibles a precios subvencionados. Esta situación es insostenible y, de no corregirse, podría llevar al país a una crisis similar a la hiperinflación de los años 80.
El Decreto 5503 no elimina un beneficio popular, sino que pone fin a una mentira fiscal prolongada. La decisión de eliminar la subvención es dolorosa, pero inevitable. El Gobierno de Luis Arce asume ahora la enorme responsabilidad de afrontar los altos costos políticos de este ajuste, con el objetivo de evitar un desenlace catastrófico para la economía boliviana.
Expertos advierten que, sin una corrección del desequilibrio estructural, el desenlace puede ser fatal, con mayores costos sociales. Por ello, el Gobierno deberá implementar un plan integral de reformas económicas que permita diversificar la matriz productiva, reducir el gasto público y generar nuevas fuentes de ingresos.
La eliminación del subsidio a los combustibles es solo el primer paso de un proceso difícil, pero necesario, para sacar a Bolivia de la crisis y sentar las bases de un desarrollo sostenible en el futuro.









