La Navidad es una época de celebración, reflexión y compartir que tiene diferentes significados y formas de ser vivida según la condición de cada persona. Desde la perspectiva de los más pobres hasta la de los más ricos, pasando por la de los incrédulos y los cristianos, esta festividad adquiere matices únicos que revelan mucho sobre nuestras prioridades y creencias.
Para los más desfavorecidos, la Navidad se reduce a sobrevivir un día más. Sin esperanzas de recibir regalos, su mayor anhelo es simplemente tener lo básico para subsistir. "La Navidad de los pobres es con lo que hay. No esperas regalos de nadie, solo quieres sobrevivir un día más. En las calles la vida es difícil, solo Jesús te puede comprender", se lee en el texto.
En el extremo opuesto, los más acomodados viven la Navidad en un mundo de excesos. "La Navidad de los ricos es un contraste, no saben qué hacer con lo que tienen; quieren más de lo que pueden disfrutar. En la locura de la codicia y la avaricia, se aprovecha de la celebración para hacer negocio", señala el texto.
Por su parte, los incrédulos disfrutan de los beneficios de la Navidad, como las vacaciones y las ofertas comerciales, pero se niegan a creer en Dios. "La Navidad del incrédulo ateo es una contraposición; se beneficia de las vacaciones navideñas, de las ofertas por Navidad en los almacenes, pero insiste en que no cree en Dios. Algo sucedió y dejó de creer", se explica.
Finalmente, para los cristianos, la Navidad es un tiempo de alabar a Dios y compartir con el prójimo. "La Navidad del cristiano es diferente, es un tiempo de compartir con su prójimo; más que dar regalos es el momento de alabar a Dios. La realidad de lo que crees sale a la luz, tu testimonio hablará por ti y será la evidencia", se destaca.
Más allá de las diferencias, el texto concluye que la Navidad es para todos, y lo importante es celebrarla dándole el verdadero sentido, que es honrar a Dios y bendecir al prójimo. "La Navidad es para todos, sean ricos o pobres, creyentes o incrédulos; el asunto es celebrar dándole el verdadero sentido", se afirma.
En definitiva, la Navidad es una oportunidad para reflexionar sobre nuestras prioridades y la forma en que vivimos nuestra fe o incredulidad. Más allá de los regalos y las celebraciones, lo esencial es encontrar el verdadero significado de esta festividad.










