El año 2023 se llevó a uno de los pensadores políticos más influyentes de Ecuador en los últimos cincuenta años: el expresidente Rodrigo Borja Cevallos. Si bien su legado político es ampliamente reconocido, existe un aspecto de su trayectoria que ha sido menos destacado: su impacto en la gestión urbana del país.
Borja, como líder del partido Izquierda Democrática (ID), tuvo un estrecho vínculo con uno de los principales exponentes de la gestión municipal en Quito: Andrés Vallejo. Juntos, entendieron que la administración de las ciudades debía ser más una cuestión gerencial que ideológica.
De esta visión compartida nació uno de los grandes aciertos de la época: la creación de entidades como la Corporación Vida para Quito, que se financiaba con donaciones del impuesto a la renta. Esta estructura permitió una agilidad y eficiencia en la ejecución de obras de infraestructura que "averg enzan a las chapuzas revolucionarias de la década posterior", según se destaca en el texto.
Otras iniciativas de esa época, como ConQuito, la Corporación de Desarrollo Económico, Corposeguridad y Quito Turismo, también reflejaron la voluntad de encontrar alternativas innovadoras para la gestión pública. Estas entidades lograron integrar recursos privados y públicos, lo que les otorgó una flexibilidad y capacidad de acción que rara vez se ha visto desde entonces.
Hoy, cuando se cumplen años de la partida de Rodrigo Borja, surge la pregunta de si tendremos la humildad necesaria para recuperar aquellas estructuras que, a pesar de sus aciertos y errores, demostraron ser efectivas en la administración de las ciudades. La gestión urbana de Quito durante esos años, impulsada por la visión de Borja y Vallejo, es un legado que vale la pena rescatar y analizar con detenimiento.
