La Unión Europea se enfrenta a un complejo reto legal y financiero al intentar utilizar los activos rusos congelados para financiar la reconstrucción de Ucrania. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha expresado sus dudas sobre esta propuesta, advirtiendo que podría generar un "riesgo de refinanciación masivo" y erosionar la confianza en el euro.
El plan inicial de la Comisión Europea era utilizar los 210.000 millones de euros en activos rusos congelados en la UE para otorgar un préstamo a Ucrania de 90.000 millones de euros entre 2026 y 2027. Sin embargo, este plan ha enfrentado fuertes objeciones, especialmente de Bélgica, que teme que Rusia pueda reclamar legalmente la devolución de estos fondos si se levantan las sanciones.
Lagarde, en una reunión informal de ministros de Finanzas de la zona euro en Copenhague, expresó sus preocupaciones sobre el uso de estos activos. Advirtió que podría generar un "riesgo de refinanciación masivo" para Euroclear, la entidad belga que custodia la mayor parte de estos fondos. Además, señaló que esta operación podría "erosionar la confianza de otros bancos centrales en mantener reservas significativas denominadas en euros en infraestructuras europeas, debilitando el atractivo del euro como moneda de reserva internacional".
Ante estas dudas, la Comisión Europea ha tenido que diseñar un complejo sistema de garantías mutualizadas entre los Estados miembros para intentar proteger a Bélgica y otros países de posibles reclamaciones legales de Rusia. Sin embargo, este mecanismo ha sido criticado por requerir "enormes garantías políticas y fiscales", según expertos.
En medio de estas dificultades, los líderes de la UE se han visto obligados a buscar un "plan B" para financiar a Ucrania. La solución propuesta es recurrir a la emisión de eurobonos, que permitiría obtener los 90.000 millones de euros necesarios sin utilizar directamente los activos rusos congelados.
La búsqueda de una solución legal y financiera para ayudar a Ucrania sin generar problemas legales o erosionar la confianza en el euro se ha convertido en un desafío crucial para la Unión Europea en medio de la guerra.
