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Hija de abusador de la Iglesia de Inglaterra revela el impactante abuso de su padre

Hija de abusador de la Iglesia de Inglaterra revela el impactante abuso de su padre

La hija del hombre considerado el abusador en serie relacionado con la Iglesia de Inglaterra más prolífico, Fiona Rugg, de 47 años, afirma que enterarse finalmente de la verdad sobre los ataques de su padre a 130 niños fue impactante y horrible.

John Smyth, abogado y presidente de una organización benéfica cristiana, sometió a unos 130 niños y adolescentes a abusos físicos y sexuales extremos bajo el pretexto de la disciplina espiritual a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980. Smyth falleció antes de ser llevado ante la justicia.

Rugg, que es el apellido de casada de Fiona, ha ido asimilando poco a poco la inquietante verdad sobre los crímenes de su padre, pero a menudo ha lidiado con sentimientos de "verg enza por asociación". "Puedo entender racionalmente que no tengo ninguna culpa, pero me siento culpable de que mi padre pudiera hacerle esto a alguien, y por supuesto, él nunca se arrepintió", dijo.

El Informe Makin, publicado en 2024, concluyó que la gestión de la iglesia respecto a las acusaciones contra Smyth constituyó un encubrimiento, y un clérigo admitió: "Pensé que causaría un daño inmenso a la obra de Dios si esto se hacía público".

Rugg recuerda una infancia opresiva marcada por la "hipervigilancia" ante los cambios de humor impredecibles de su padre. "Creo que el sentimiento predominante era el miedo, desde que tengo memoria", recordó. "Sentía miedo cerca de mi padre, que era muy inestable. Era muy irascible, así que había una sensación de fragilidad emocional, de andar con pies de plomo, preguntándome cómo estaría de humor mi padre. Sentía culpa de niña porque no quería a mi padre y a veces lo odiaba".

Smyth ingresó al Winchester College en 1973 a través de la asociación cristiana de la escuela y comenzó a abusar de los alumnos después de invitarlos a su casa para almorzar los domingos. Obligaba a sus víctimas a desnudarse y a soportar violentas palizas en un cobertizo insonorizado en su casa, donde los golpeaba con tanta brutalidad que les provocaba hemorragias.

Cuando su familia fue trasladada a Zimbabue en 1984, Rugg contó que su padre lo presentó como una "labor noble" en la que sacrificaba su "brillante carrera" para convertirse en misionero. Pero su rastro de destrucción los siguió por todo el mundo, y pronto abrió campamentos cristianos donde obligaba a los jóvenes a desnudarse y los golpeaba.

Rugg dice que ahora puede hablar de su padre "sin amargura ni odio" y que finalmente siente paz. "Según mi experiencia, si te enfrentas a lo que hizo tu padre, puedes sanar y perdonar", explicó. "Hay momentos de tristeza, pero ya no siento ese nudo en el estómago cuando pienso en mi padre, y eso es un progreso. No es algo que tenga que cargar ni que me controle".

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