El cierre de año suele ser una época cargada de simbolismo y memoria emocional, lo que puede intensificar los procesos de duelo y depresión. La psicóloga Jazmín Segovia explica que las fiestas confrontan a las personas con la ausencia de seres queridos, situaciones dolorosas que antes estaban presentes y ya no están.
En este contexto, es común que emerjan emociones como tristeza, enojo, nostalgia o culpa, que forman parte de un proceso natural. Sin embargo, uno de los principales obstáculos es la presión externa por mostrarse bien y "seguir adelante", cuando en realidad el dolor no desaparece, sino que adopta nuevas formas.
"No se trata de borrar el dolor, sino de darle un lugar distinto", señala Segovia. Resignificar las celebraciones a través de pequeños gestos simbólicos, como encender una vela, escribir una carta o hacer un brindis íntimo, puede ayudar a transitar las fechas sin negar la ausencia.
El acompañamiento familiar y del entorno cercano también es fundamental. Acompañar no significa presionar ni imponer, sino escuchar activamente, preguntar cómo se siente la persona y cómo puede ayudarse. Evitar juicios, comparaciones o frases motivacionales vacías contribuye a generar un entorno más seguro emocionalmente.
Estar disponible, validar el dolor ajeno y ofrecer compañía sin condiciones son gestos que pueden aliviar significativamente el peso emocional de estas fechas. Las fiestas no deberían convertirse en una obligación, sino en un espacio para transitar el duelo y la depresión con más empatía.
_0.jpg)
