La anunciada licitación del camino que unirá Caleta Eugenia con Puerto Toro, en la isla Navarino, es una noticia que merece ser celebrada. No solo porque responde a una demanda largamente planteada por la comunidad local, sino porque evidencia la creciente importancia que el Estado está dando a la conectividad en la zona austral de Chile, algo fundamental para el desarrollo humano y productivo de la región.
Puerto Toro, la localidad más austral del continente y una de las más aisladas de Chile, ha debido enfrentar condiciones de precariedad que serían impensables en cualquier otro punto del país. Hasta ahora, su acceso ha sido exclusivamente marítimo o aéreo, lo que ha generado una fuerte dependencia de los ciclos logísticos que determinan cuándo llegan los insumos, la atención pública o la asistencia en emergencias. Que recién en 2026 se pueda concretar la licitación de este camino de 37 kilómetros ilustra la magnitud del rezago que ha enfrentado esta zona.
El proyecto, que ha pasado por un proceso de participación ciudadana y consulta indígena, responde a una realidad evidente: sin infraestructura, no hay integración territorial, y sin integración, no hay desarrollo posible. La futura conexión terrestre permitirá potenciar actividades productivas que hoy sobreviven a pesar de la falta de caminos, como el turismo especializado, la pesca artesanal y los pequeños emprendimientos. Además, brindará a los habitantes de Puerto Toro la posibilidad de contar con mejores tiempos de respuesta ante emergencias, algo fundamental para su bienestar.
Sin embargo, este proyecto debe ser visto en un contexto más amplio. La provincia Antártica enfrenta desde hace décadas un déficit estructural en infraestructura, transporte y servicios, mientras que Magallanes ha logrado avances importantes. Es aquí donde el Estado tiene la obligación de mirar más allá de esta licitación puntual y desarrollar una política de inversión sostenida en conectividad para toda la zona austral.
Caminos, muelles, redes digitales, infraestructura pública y transporte regular deben ser parte de una estrategia moderna, coherente y permanente, no respuestas fragmentadas que dependen de la coyuntura. El desafío es doble: avanzar con responsabilidad ambiental en la ejecución de este camino, preservando los bosques nativos y el entorno único de la isla Navarino, y, al mismo tiempo, no perder de vista que este es apenas un eslabón de una cadena mucho mayor.
Ahora cabe esperar que este anuncio no quede atrapado en la lentitud administrativa ni en la falta de visión, y que se traduzca en una verdadera transformación de la conectividad en la Patagonia chilena.
