Tras los recientes asaltos que empañaron la tradicional celebración de los Años Viejos en la emblemática calle 6 de Marzo de Guayaquil, expertos en urbanismo, turismo y cultura coinciden en que la zona tiene el potencial de convertirse en un destino turístico de talla mundial, pero carece de la infraestructura y seguridad mínima para sostener esa aspiración.
La calle, conocida por ser el principal corredor de venta de monigotes, enfrenta el desafío de transformarse en un espacio seguro y peatonal, sin que eso afecte los intereses de los comerciantes informales que temen perder clientes. Mientras algunos proponen la creación de "corredores seguros" y zonas de parqueo satelitales, otros abogan por una peatonalización estacional que conecte la venta de monigotes con la Ruta de los Gigantes, convirtiendo la compra en una experiencia cultural protegida.
El debate divide a comerciantes y expertos, quienes coinciden en que la seguridad es la prioridad para que la tradición de los Años Viejos no termine por extinguirse. Lina Endérica, docente investigadora de la Espol y experta en turismo, advierte que es imprudente hablar de internacionalización cuando el propio residente local tiene miedo de visitar la zona.
Por su parte, el planificador urbano Carlos Jiménez descarta la idea de una peatonalización permanente, argumentando que el evento turístico es estacional y la vía no tendría otro uso fuera de esa temporada. En cambio, el experto en movilidad Alejandro Chanabá propone definir un circuito peatonal estricto durante los meses de auge (noviembre-diciembre), acompañado de una regeneración que incluya mobiliario urbano.
Desde la gestión cultural, Luis Alberto Illescas, de la iniciativa Peregrino Cultura, eleva la discusión al proponer articular la calle 6 de Marzo con la Ruta de los Monigotes Gigantes, no como competencias, sino como un sistema integrado que preserve la identidad popular de la tradición.
En resumen, el debate sobre el futuro de la calle 6 de Marzo pone en evidencia la necesidad de encontrar un equilibrio entre la seguridad, el desarrollo turístico y la preservación de la identidad cultural de Guayaquil. La solución requerirá de la coordinación entre autoridades, comerciantes y expertos, con el objetivo de convertir a este icónico espacio en un destino turístico seguro y sostenible.
