En el tradicional "Día de los Inocentes" que se celebra cada 28 de diciembre, la ironía y la sátira se apoderan de la sociedad ecuatoriana. Sin embargo, este año, la supuesta "inocencia" adquiere un significado mucho más profundo y preocupante.
En Ecuador, el concepto de culpabilidad parece haberse convertido en algo relativo, donde personajes provenientes incluso del mismo Estado y del sistema de justicia tienen la capacidad de transformar a los culpables en inocentes. Este fenómeno se da, según el texto, a través de mecanismos como el rango social, la influencia política, la pertenencia a grupos de élite e incluso el poder del dinero.
La fuente destaca que la "inocencia" se ha vuelto un término esquivo, donde los grupos marginados parecen cargar con la culpa, mientras que aquellos con mayor poder y recursos pueden evadir las consecuencias de sus actos. Esto se contrapone con la verdadera inocencia que deberían representar los niños, quienes son los verdaderos protagonistas del Día de los Inocentes.
En un país sumido en la pobreza, la inseguridad y la injusticia, la paradoja se hace evidente: "el inocente es culpable o el culpable pasa por inocente". Esta realidad refleja un sistema que parece haber perdido el rumbo, donde la culpabilidad ya no se define por los hechos, sino por la posición social y el acceso al poder.
El Día de los Inocentes debería ser una celebración de la candidez y la sencillez, pero en Ecuador se ha convertido en un espejo que refleja una sociedad donde la justicia parece estar al servicio de unos pocos. Esta situación plantea profundos interrogantes sobre la equidad, la rendición de cuentas y la necesidad de reformar un sistema que ha permitido que los culpables se conviertan en inocentes.
