Durante casi 20 años de gobierno del MAS en Bolivia, el Estado creció de manera descontrolada, con un aumento exponencial del gasto corriente destinado a cargos políticos, contrataciones sin mérito y oficinas fantasma. Los datos muestran que el gasto en salarios se multiplicó por seis, mientras que más del 50% del empleo formal en el país depende del sector público.
El informe revela que bajo el gobierno de Evo Morales, el gasto corriente pasó de Bs 26.966 millones en 2006 a Bs 131.756 millones en 2015, equivalente a más del 61% del presupuesto. Este crecimiento estuvo impulsado principalmente por sueldos y jornales, que se dispararon de Bs 11.926 millones a Bs 26.951 millones en apenas un año.
Durante la gestión de Luis Arce, el gasto corriente ha seguido aumentando, pasando de Bs 129.806 millones en 2021 a Bs 174.271 millones proyectados para 2025, un incremento acumulado del 34,2% en cinco años. Esto se debe principalmente al aumento de sueldos y a las crecientes subvenciones, especialmente a los hidrocarburos.
Detrás de estos números, se esconden casos emblemáticos de despilfarro, como el de un músico contratado como asesor del Ministerio de la Presidencia con un salario de Bs 20.000, sin experiencia ni funciones técnicas. Además, existían "delegaciones presidenciales" en cada departamento, equipos de cinco o seis personas con sueldos de hasta Bs 17.000, sin control de horarios ni funciones permanentes.
Según expertos, este crecimiento descontrolado del gasto público, impulsado por lealtades políticas más que por eficiencia administrativa, ha afectado el desarrollo de la economía privada en Bolivia. Ahora, el nuevo gobierno busca aplicar una política de ajuste, con un recorte proyectado de hasta el 30% en sueldos y gastos corrientes innecesarios.
