La revelación de supuestas presiones al juez anticorrupción Carlos Serrano ha desatado un escándalo que podría marcar el final del cuestionado presidente del Consejo de la Judicatura (CJ), Mario Godoy. Ya dimitió Henry Gaibor, director de la Judicatura de Pichincha, quien habría presionado indirectamente a Serrano para que fallara a favor de un narcotraficante extranjero.
Las investigaciones de la Fiscalía buscarán determinar quién mandó o presionó a Gaibor para que actuara de esa manera. Mientras tanto, se multiplican las exigencias para que Godoy, quien llegó al CJ sorteando varias objeciones, renuncie a su cargo.
Godoy ha sido cuestionado por su presunta relación con un sector político, al que marginó una vez que asumió la presidencia del organismo. Luego, según las crónicas periodísticas, se acercó al gobierno de Daniel Noboa. Además, se le ha criticado por defender a narcotraficantes, una decisión profesional que, sin embargo, se considera contraproducente para quien comanda la institución encargada de elegir, evaluar y sancionar a jueces y fiscales.
Incluso la esposa de Godoy, defensora del narcotraficante sentenciado por el juez Serrano y de otro extraditado a Estados Unidos, ha sido señalada como parte del problema. Varios analistas consideran que en el accionar de Godoy habría un conflicto de intereses que desprestigia aún más a la Judicatura y golpea a la Justicia.
El juicio político en su contra sería el corolario de su retirada, la cual se perfila como una salida inevitable ante la creciente presión por su renuncia.








