La política ecuatoriana se ha visto envuelta en una serie de acontecimientos cada vez más bizarros y bochornosos, que han dejado en evidencia la falta de seriedad y profesionalismo de algunos de sus representantes. Desde las escenas del "bucaramato", donde se bailaba el rock de la cárcel en escenarios públicos, hasta los más recientes incidentes, parece que nada ha cambiado en la forma de actuar de ciertos políticos.
Uno de los hechos más recientes que ha generado indignación y burlas a nivel nacional e internacional es el de un concejal de Quito que, en medio de una sesión virtual del Concejo Cantonal, apareció por detrás de la concejala en mención completamente "llucho" (desnudo). La reacción de la concejala, quien entró en un ataque de pánico y desactivó la cámara, solo empeoró la situación, dejando en evidencia la falta de seriedad y profesionalismo de algunos de los representantes políticos.
Pero este no es el único caso que ha sacudido a la política ecuatoriana. Recordemos también las escenas del "bucaramato", donde se bailaba el rock de la cárcel en escenarios públicos, o la asambleísta que, supuestamente ocupada en "asuntos muy importantes", se conectó a una reunión virtual, colocó una foto montada y se fue, dejando a los miembros de la comisión y al país con la cara viendo.
Y, para rematar, ¿quién en su sano juicio lleva la computadora al baño para hacer una necesidad biológica con la cámara encendida? Estos actos, que parecen sacados de una mala comedia, han dejado en evidencia que algunos políticos no le dan la seriedad que merecen sus actuaciones, a pesar de que sus sueldos onerosos son pagados por los ciudadanos.
La implementación de la tecnología en el ámbito político debería ser una herramienta que ayude a mejorar y optimizar los procesos, pero en manos de algunos representantes se ha convertido en un arma de doble filo. Antes de conectarse a una reunión virtual, se les recomienda a los políticos tener la decencia de lavarse la cara y atender los asuntos de pareja en otro momento, para evitar más bochornos y convertirse en el hazmerreír del mundo.












