El gobierno de Estados Unidos lanzó un "poderoso y mortal ataque" contra presuntas fuerzas del grupo extremista Estado Islámico en Nigeria, según anunció el presidente Donald Trump. El bombardeo generó pánico y confusión entre los residentes de la aldea nigeriana de Jabo, quienes afirman que nunca antes habían experimentado algo similar.
Sanusi Madabo, un agricultor de 40 años, relató que escuchó un fuerte ruido como el de un avión estrellándose y que el cielo se iluminó con un intenso color rojo que duró horas. "Era casi de día", dijo Madabo. Otros habitantes de la zona, como Abubakar Sani, también describieron cómo sus viviendas comenzaron a temblar y se desató un gran incendio.
Si bien el gobierno nigeriano confirmó su cooperación con Washington en el bombardeo, los residentes aseguran que la aldea nunca había sido atacada por grupos armados. "El gobierno nigeriano debería tomar las medidas adecuadas para protegernos como ciudadanos. Nunca antes habíamos experimentado algo así", reclamó Sani.
Según analistas, los ataques podrían haber estado dirigidos contra el grupo Lakurawa, un actor relativamente nuevo en la compleja crisis de seguridad de Nigeria. Sin embargo, no se han demostrado vínculos entre este grupo y el Estado Islámico, cuya rama en Nigeria, el ISIS de la Provincia de África Occidental, tiene sus bastiones en el noreste del país.
El canciller nigeriano, Yusuf Tuggar, calificó los ataques aéreos como una "nueva fase de un viejo conflicto" y afirmó que esperaba más bombardeos. Por su parte, el analista de seguridad Bulama Bukarti señaló que la falta de información por parte de los gobiernos estadounidense y nigeriano sobre los objetivos y las víctimas del ataque ha generado aún más pánico y tensión entre los aldeanos.
Mientras tanto, algunos residentes de Jabo se sienten vulnerables y temen por su seguridad. Aliyu Garba, líder de la aldea, dijo que los escombros del ataque están esparcidos y que algunos pobladores han acudido a recogerlos, corriendo el riesgo de resultar heridos. Para Balira Sa'idu, de 17 años, el ataque ha puesto en jaque sus planes de boda, pues su familia tiene miedo y no sabe si es seguro continuar con la celebración.
