En una conmovedora celebración, la comunidad de la Cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador recordó este 21 de diciembre el mensaje de esperanza y compromiso social que monseñor Óscar Arnulfo Romero proclamó en su homilía de 1977 sobre el Adviento.
La misa, presidida por el sacerdote Jhonny Flores, estuvo cargada de símbolos y gestos que reflejaron la vigencia del legado de Romero. En su homilía, el padre Flores destacó cómo el santo arzobispo vinculó el mensaje de salvación de Jesucristo con la defensa de los derechos humanos y la dignidad de los pueblos.
Romero subrayó que el nacimiento de Cristo en Belén, su muerte y resurrección, forman parte de un plan divino destinado a toda la humanidad, sin distinción. Afirmó que la redención no se limita a un solo pueblo, sino que se extiende también a los no judíos, como lo expresó San Pablo al dirigirse a los romanos.
Además, Romero hizo énfasis en que esta redención alcanza incluso a quienes se consideran marcados por pecados graves. Señaló que nadie queda excluido del llamado al perdón, incluso quienes han cometido actos de violencia o crímenes, siempre que haya un verdadero arrepentimiento y conversión.
Durante la celebración, la comunidad integró diversos signos, como la presentación de una kefia, símbolo del pueblo palestino, para elevar una petición por la justicia y la paz en los pueblos afectados por la guerra. También se presentó la Corona de Adviento, como símbolo de Jesús, la luz que viene a iluminar el camino de la humanidad.
Asimismo, se ofreció una canasta de víveres como expresión del compromiso con los más necesitados, retomando la afirmación de Romero de que la Iglesia no se aparta de las promesas de Dios cuando se preocupa por quienes padecen hambre o sufren marginación.
El pan y el vino fueron presentados como signo del llamado a la conversión y al perdón, recordando las palabras de Romero sobre la necesidad de liberarse del pecado atendiendo al llamado de Jesús.
La celebración en la Cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador se convirtió en un homenaje vivo al legado de monseñor Óscar Arnulfo Romero, cuyo mensaje de fe, justicia y compromiso social sigue resonando con fuerza en la Iglesia y en la sociedad salvadoreña.
