México, la segunda economía más grande de América Latina, sigue luchando por recuperarse de los efectos de la crisis. A pesar de haber esquivado por poco la recesión esperada, el país enfrenta un crecimiento económico muy bajo, con un pronóstico de apenas 0.4% de crecimiento del PIB para 2025.
El diagnóstico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que el débil desempeño se debe al "debilitamiento de la demanda interna, como consecuencia de un menor flujo de remesas y la caída del consumo privado y la inversión". Tanto el sector público como el privado tendrán que redoblar esfuerzos para impulsar la inversión y devolver dinamismo a la economía mexicana.
La contracción observada en el tercer trimestre de 2025, con una caída del 0.3%, fue atribuida por el secretario de Hacienda a la disminución de la actividad industrial. Sin embargo, el sector de servicios, que incluye finanzas y comercio, ha logrado mantener a flote el indicador global, gracias a mayores remuneraciones y pensiones que han motivado el consumo de los hogares.
No obstante, los datos sugieren un estancamiento del gasto de los mexicanos, principalmente en bienes y servicios. Expertos anticipan que el consumo de los hogares mostrará mejoras paulatinas en los próximos trimestres, a medida que se recupere el empleo formal. Mientras tanto, la subida de impuestos y la imposición de aranceles a productos asiáticos podrían impactar en la inflación a inicios de 2026.
Indicadores alternativos, como el "índice del pintalabios", también reflejan señales de desaceleración económica. Las compras de moda han retrocedido, mientras que las de belleza han aumentado, lo que sugiere que los consumidores prefieren pequeños lujos asequibles en lugar de grandes gastos. Incluso el resultado positivo del Buen Fin 2025 puede interpretarse como una muestra de que los consumidores estaban esperando este evento para realizar compras postergadas.
En medio de este panorama, las preferencias de los consumidores han cambiado. Las compras de segunda mano han crecido sostenidamente, y las marcas de fast fashion se han posicionado como favoritas, en detrimento del consumo premium. Todo esto refleja la cautela de los mexicanos ante la desaceleración económica que enfrenta el país.
