El Gobierno anunció una nueva fase de su programa económico que implica una flexibilización en la actualización de las bandas cambiarias y un mayor énfasis en la acumulación de reservas internacionales. Esta medida, que entrará en vigor a partir del 1 de enero, busca equilibrar los objetivos de desinflación y fortalecimiento de las reservas, en un contexto de creciente escasez de dólares.
La principal modificación es que el techo de la banda cambiaria dejará de ajustarse a un ritmo fijo del 1% mensual y pasará a actualizarse según la inflación pasada. Esto significa que el dólar oficial dejará de funcionar como ancla exclusiva contra los precios, y la acumulación de reservas ganará mayor protagonismo dentro del programa económico.
Según analistas consultados, este cambio representa un giro significativo en la estrategia cambiaria, alejándose de la priorización de la baja inflación a toda costa que caracterizó la primera parte del mandato de Javier Milei. Ahora, el Gobierno reconoce explícitamente la necesidad de equilibrar ambos objetivos macroeconómicos.
"El Gobierno pasó de un objetivo único la desinflación a reconocer explícitamente el equilibrio entre inflación y acumulación de reservas", explicaron desde la consultora 1816. Esto, a su vez, podría implicar un ritmo de desinflación más pausado durante 2023, a cambio de una mayor flexibilidad cambiaria y la posibilidad de fortalecer las reservas.
La reacción inicial del mercado fue positiva, con los bonos soberanos comprimiendo sus rendimientos y alcanzando mínimos desde la asunción de Milei. Los inversores internacionales vieron este cambio como una señal de mayor "realismo", especialmente en un contexto de escasez de dólares.
Sin embargo, el nuevo esquema deja abiertas algunas interrogantes, como la capacidad del Banco Central para calibrar el equilibrio entre la necesidad de comprar dólares y la reacción del mercado, así como la suficiencia de este esquema para recomponer las reservas de manera significativa.
En cualquier caso, el timing de este anuncio está claramente vinculado a los vencimientos de deuda en dólares que se concentran en enero, y la búsqueda del Gobierno por mejorar las condiciones de refinanciamiento y abrir la puerta a nuevas fuentes de financiamiento.









