Bolivia enfrenta el desafío de desmontar su modelo populista rentista
Durante casi 20 años, el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia construyó una sociedad rentista, utilizando diversos instrumentos de política económica para transferir ingresos a distintos grupos. Esto incluyó un tipo de cambio fijo y artificialmente barato, la renta del gas y el petróleo, subsidios a los combustibles e impuestos bajos o exenciones para sectores organizados.
Este modelo de "populismo cleptómano" funcionó mientras duró la bonanza, entre 2006 y 2014, cuando el gas natural era el "maná que caía del cielo". Sin embargo, cuando los ingresos por recursos naturales se agotaron, el Estado populista decidió gastar más de lo que tenía, usar las reservas del Banco Central y patear el problema hacia adelante.
Ahora, el gobierno del presidente Luis Arce se enfrenta al desafío de desmontar esta sociedad rentista y transformarla en una sociedad democrática, emprendedora y productiva, que genere riqueza en lugar de repartir escasez. Esto no es solo un problema técnico, sino un desafío de alta ingeniería política.
Tal como lo explica el artículo, el retiro del subsidio a los combustibles no es solo una medida económica, sino un golpe directo al corazón del populismo. Esto genera reacción en una sociedad acostumbrada a vivir de la renta, lo que requiere un nuevo acuerdo político y un cambio cultural, económico y político de gran calado.
El verdadero desafío de Bolivia no es solo cerrar la billetera del populismo, sino abrir una conversación honesta sobre cómo vivir sin rentas fáciles y con instituciones fuertes. Esto no puede ser obra de un "iluminado solitario" o un "tecnócrata heroico", sino que requiere un nuevo bloque histórico, construido sobre un acuerdo político explícito entre las fuerzas que recibieron el mayor respaldo ciudadano en las últimas elecciones.
La salida de la crisis que vive Bolivia no está solamente en la economía, sino sobre todo en la política, entendida con mayúsculas. Son los liderazgos democráticos los llamados a reanimar una sociedad productiva, emprendedora y responsable, capaz de generar riqueza, innovar y competir, para sustituir a la cómoda, pero frágil sociedad rentista. Un desafío que se juega en el futuro del país.









