El Rey Felipe VI se prepara para pronunciar su discurso de Nochebuena este miércoles 24 de diciembre, pero lo hará en medio de una coyuntura compleja para la Corona española. A pesar de los esfuerzos del monarca por mantener una imagen de corrección institucional y evitar escándalos propios, el pasado de su familia vuelve a ensombrecer su reinado.
Dos episodios del pasado reciente de la monarquía española han resurgido y amenazan con opacar la labor de Felipe VI: la abdicación de su padre, Juan Carlos I, en 2014, y la condena por corrupción de su excuñado, Iñaki Urdangarin. Ambos hechos, que parecían superados, vuelven a la actualidad de la mano de los propios protagonistas.
Por un lado, las memorias de Juan Carlos I, tituladas "Reconciliación", han reabierto viejas heridas en la familia real. El emérito ha realizado declaraciones y gestos que han incomodado a Felipe VI, quien ha buscado mantener distancia física y emocional con su padre. La Zarzuela incluso reaccionó con dureza ante un vídeo en el que Juan Carlos I pedía apoyo a los jóvenes para su hijo, calificándolo de "inoportuno" y "innecesario".
Por otro lado, la próxima publicación de un libro de Iñaki Urdangarin, exmarido de la infanta Cristina, vuelve a poner el foco en el "caso Nóos", el escándalo de corrupción que marcó el declive del reinado de Juan Carlos I y condicionó desde el inicio el de Felipe VI. La percepción de privilegio y la herida de la impunidad que dejó ese caso siguen pesando sobre la monarquía.
Estos dos episodios del pasado, que parecían superados, dificultan la proyección a futuro que busca la Zarzuela con la figura de la princesa Leonor, heredera al trono. Felipe VI ha cumplido con su parte del contrato, manteniendo una imagen de corrección institucional y evitando escándalos propios, pero sigue pagando por los actos de sus familiares en una institución hereditaria.
Así, el Rey afronta su duodécimo discurso de Nochebuena enredado en una paradoja: ha logrado estabilizar la monarquía, pero sigue sufriendo las consecuencias de los errores del pasado, lo que complica su objetivo de proyectar una imagen de renovación y modernidad de la Corona.
