Mientras el mundo se prepara para celebrar las fiestas de fin de año, algunas familias venezolanas enfrentan otra Navidad con sus seres queridos tras las rejas. Los hermanos Zambrano Arias y Emirlendris Benítez son solo dos ejemplos de los numerosos presos políticos que pasan estas fechas tan significativas lejos de sus hogares.
Los hermanos Zambrano Arias, Nicmer y Gilber, cumplen su cuarta Navidad en prisión. Fueron detenidos en 2019 por el gobierno de Nicolás Maduro, acusados de "traición a la patria" y "conspiración". A pesar de las denuncias de sus familiares sobre las precarias condiciones de reclusión y los problemas de salud que enfrentan, los hermanos permanecen encarcelados.
Por su parte, Emirlendris Benítez contabiliza ya siete años de ausencias en la mesa decembrina. Su esposo, el dirigente opositor Romel Guzamana, fue detenido en 2015 y condenado a 14 años de prisión por supuestos delitos de "terrorismo" y "asociación para delinquir". Benítez ha denunciado en reiteradas ocasiones el deterioro de la salud de su marido y las dificultades que enfrenta para visitarlo en la cárcel.
Estos casos son solo una muestra de la dura realidad que viven los familiares de presos políticos en Venezuela. Según informes de organizaciones de derechos humanos, en el país existen al menos 270 personas privadas de libertad por motivos políticos.
La Navidad es una época de reunión familiar y celebración, pero para estas familias se ha convertido en un momento de dolor y añoranza. Mientras el resto del país disfruta de las fiestas, ellos siguen luchando por la libertad de sus seres queridos y por que puedan volver a estar juntos en la mesa.
Las organizaciones de derechos humanos y la comunidad internacional han exigido reiteradamente la liberación de los presos políticos en Venezuela. Sin embargo, el gobierno de Maduro se ha mantenido inflexible, negándose a dar marcha atrás en un patrón de persecución y encarcelamiento de opositores.
Estas familias enfrentan una doble carga emocional: la tristeza de la ausencia de sus seres queridos y la incertidumbre sobre cuándo podrán volver a abrazarlos. Mientras tanto, siguen aferrándose a la esperanza de que algún día puedan celebrar la Navidad juntos, lejos de las rejas y las denuncias de abusos.
