Miles de personas se congregaron este jueves en la emblemática Plaza de Mayo de Buenos Aires para manifestar su rechazo a la polémica reforma laboral impulsada por el presidente argentino Javier Milei. La protesta, convocada por la principal central sindical del país, la CGT, es la primera gran movilización en contra de la iniciativa que busca flexibilizar el mercado de trabajo.
El proyecto de "modernización laboral" que comenzó a discutirse en el Senado el miércoles, limita el derecho a huelga, reduce indemnizaciones y permite la jornada laboral de 12 horas, entre otros puntos que los sindicatos consideran inaceptables. Según los organizadores, varios miles de manifestantes, muchos de ellos identificados con camisetas de sindicatos y partidos políticos, se sumaron a la marcha.
"La reforma trata que el compañero se pelee con el compañero de al lado", criticó Julio Barroso, un empleado químico y delegado gremial, quien consideró que la iniciativa busca "que los trabajadores pierdan fuerza colectiva para defenderse, fomentar el 'sálvese quien pueda' y emparejar para abajo".
Por su parte, Jorge Solá, uno de los líderes de la poderosa CGT, prometió convocar "un paro nacional en todo el país" si no se atienden las demandas de los trabajadores. Ante la masiva protesta, la senadora Patricia Bullrich, presidenta de la comisión que analiza la reforma, anunció la suspensión del debate hasta febrero.
El gobierno de Milei sostiene que los cambios dinamizarán el mercado de trabajo, que tiene a casi el 40% de su fuerza laboral en la informalidad en medio de una economía con signos de recesión. Sin embargo, para los sindicatos, "esta ley que está pensada para el empresario o el dueño de la empresa, no va a funcionar".
La protesta se llevó a cabo en medio de denuncias de los organizadores sobre retenes policiales que habrían impedido el ingreso de caravanas de autobuses con manifestantes, con el fin de menguar la participación en la movilización.












