El presidente Bernardo Arévalo cierra su segundo año de gobierno en medio de una serie de crisis consecutivas, promesas de campaña mal ejecutadas e incumplidas, y conflictos políticos que han expuesto riesgos en seguridad, gobernabilidad y transparencia.
La evaluación de la gestión de Arévalo durante este periodo revela un balance inclinado hacia promesas fallidas y un creciente desencanto con el Movimiento Semilla, su partido político. Esto ha afectado la credibilidad, la inversión y el orden público, dejando a la vista los costos sociales de la improvisación en la toma de decisiones.
En 2025, el panorama no mostró cambios significativos, evidenciando una crisis por la inseguridad y la falta de transparencia en las instituciones públicas. La inestabilidad en el gabinete presidencial persiste, incrementando la desconfianza en Arévalo y su equipo.
La seguridad y la transparencia han sido los principales puntos de fricción en el gobierno de Bernardo Arévalo. Una fuga de información, una red corrupta de contratistas y la violencia armada han amenazado la estabilidad del gobierno, provocando efectos inmediatos en la confianza pública.
Al cerrar el balance de este segundo año, las cinco crisis acumuladas no son hechos aislados, sino síntomas de problemas de conducción, ejecución y control. El desgaste político, las promesas incumplidas y las señales de fragilidad institucional han tenido efectos económicos y sociales.
Estos acontecimientos evidencian una brecha entre el discurso de cambio y la capacidad real del gobierno. Los retrocesos ante la presión social, las promesas incumplidas y los errores de ejecución han minado la confianza ciudadana en el presidente Arévalo y su administración.












