La drástica reducción de muertes infantiles gracias a las vacunas es uno de los mayores avances de la salud pública en décadas. Sin embargo, este logro monumental está siendo socavado por decisiones políticas en Estados Unidos, que amenazan con impactar directamente a países como Panamá.
En un artículo publicado en un medio local, la directora ejecutiva de CEVAXIN e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá, advierte sobre los peligros que representa para Panamá la reciente decisión del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, de abandonar la vacunación universal contra la hepatitis B para recién nacidos.
La experta señala que esta medida no es solo un asunto local, sino que tiene implicaciones internacionales, ya que Panamá ha utilizado históricamente los lineamientos de agencias como los CDC o la FDA como referencia para su sistema de salud. Sin embargo, cuando estas decisiones empiezan a responder más a ideologías o intereses políticos que a la evidencia científica, es necesario alzar la voz y rechazarlas.
La vacuna contra la hepatitis B ha sido ampliamente estudiada y se sabe que administrarla al nacer previene miles de infecciones que pueden conducir a cirrosis o cáncer hepático. Retrasar su aplicación aumenta el riesgo de transmisión en el hogar, especialmente en contextos donde no existe la infraestructura para garantizar que todas las embarazadas sean examinadas durante la gestación. Más del 90% de las infecciones en bebés se vuelven crónicas y los acompañan toda la vida.
Panamá ha sido históricamente un país vacunador, con un Programa Ampliado de Inmunizaciones que es un modelo regional. Sin embargo, la autora advierte que vivimos en un mundo interconectado, y las tendencias antivacunas circulan en redes sociales y en conversaciones cotidianas de personajes sin formación biomédica ni ética, lo que puede tener un impacto desastroso.
La experta hace un llamado a mirar hacia fuentes fiables de guía científica, y a no importar la duda ni permitir que la política de otro país ponga en riesgo la salud en Panamá. Recalca que la vacunación es el cimiento del envejecimiento saludable y que desmantelar los sistemas de vacunación infantil es desmantelar el progreso humano.
En conclusión, la autora exhorta a defender la vacunación con la misma solidez de la evidencia científica, enfrentar y corregir la desinformación, y exigir que las decisiones que afectan la salud pública se fundamenten en ciencia, y no en ideologías o intereses políticos.











