Bolivia ha estado atrapada durante siglos en el paradigma del extractivismo, donde la minería, el gas y el litio han sido vistos como la única vía de desarrollo económico y social. Sin embargo, un docente boliviano llamado Rolando Mendoza Patiño propone una alternativa: el turismo sostenible.
Mendoza Patiño, quien ha trabajado en el Circuito Ecoturístico y Cultural Mallasa, ha visto cómo una comunidad puede superar la pobreza y la desnutrición infantil gracias a una visión compartida de conservación y economía. Él cree que el turismo sostenible es la clave para el desarrollo de Bolivia, pero para que este motor arranque, necesita el apoyo fundamental de la academia y los académicos.
El principal desafío ha sido convencer a los economistas "puristas" que ven la naturaleza y el patrimonio cultural como obstáculos difíciles de gestionar bajo el paradigma del extractivismo. Muchos aún afirman que sin minería o gas no hay futuro para Bolivia. Sin embargo, Mendoza Patiño y su equipo han logrado que seis universidades se sumen a la Mesa Ejecutiva de Turismo (MET), lo que ha sido clave para demostrar que el turismo sostenible no es una "idea descabellada", sino una urgencia nacional.
La presencia de intelectuales como Carlos Hugo Molina, Gonzalo Chávez, Carlos Toranzo y Alberto Bonadona en la MET ha sido fundamental para dar credibilidad científica a la propuesta. Gracias a la incorporación de Lykke Andersen, Ph.D. en econometría, se pudo demostrar que el turismo puede generar 3.000 millones de dólares y 300.000 empleos para el 2030 con los ajustes adecuados.
Pero el desafío no solo radica en convencer a los académicos y políticos, sino también en transformar la educación. Mendoza Patiño afirma que la academia debe transitar de la investigación pura a la sostenibilidad aplicada, formando profesionales que entiendan que cuidar la naturaleza y las culturas es, además de un deber ético, una dinámica económica generadora de empleo de calidad.
La juventud boliviana, con su amor por la biodiversidad y las raíces culturales, será clave para inclinar la balanza hacia el turismo sostenible. Ellos ya no quieren vivir de la renta extractiva, sino de su creatividad, hospitalidad y orgullo por su país.
Construir una política pública que vincule educación, academia y turismo sostenible es el camino para darle alma al discurso de protección a la Madre Tierra y pasar a un desarrollo vibrante. La academia tiene hoy la oportunidad histórica de dejar de ser una traba y convertirse en el puente hacia una Bolivia que no solo exporta lo que tiene bajo el suelo, sino que comparte con el mundo la riqueza que florece sobre él.










