Poco antes de la reunión entre el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Florida, Rusia ha intensificado sus ataques contra Ucrania.
Las fuerzas armadas rusas lanzaron múltiples ataques con misiles y drones contra zonas residenciales e infraestructuras críticas en varias ciudades ucranianas, dejando a parte de la población sin electricidad. En Jersón, el jefe de la administración militar regional, Jaroslav Schanko, informó que "terroristas rusos han lanzado una vez más un gran ataque con lanzamiento múltiple de misiles sobre la ciudad. Zonas residenciales e importantes infraestructuras están en llamas".
Los ataques también alcanzaron la región de Dnipropetrovsk, donde fueron impactados una institución educativa, una granja y un gasoducto. Un día antes, hubo un ataque generalizado contra la capital, Kiev, que causó al menos un muerto y una veintena de heridos.
Mientras tanto, las defensas antiaéreas rusas derribaron 25 drones ucranianos en una sola noche, la mayoría en la región de Samara, a más de 800 kilómetros al sureste de Moscú. Además, interceptaron más de un centenar de drones, 26 de los cuales se dirigían a la capital rusa, lo que provocó retrasos y cancelaciones de vuelos en los aeropuertos de Vnúkovo y Sheremétievo.
Las Fuerzas Armadas ucranianas aseguraron haber atacado con drones la refinería rusa de Sirzan, en la región de Samara, donde se declaró un incendio. Según Ucrania, esta refinería participa en el suministro del ejército ruso.
Estos ataques se producen justo antes de la reunión entre Zelenski y Trump, en la que se espera que discutan un plan de paz para poner fin al conflicto en Ucrania. Sin embargo, la intensificación de los bombardeos rusos parece indicar que Moscú no está dispuesta a hacer concesiones y mantiene su presión militar sobre Ucrania.












