La Navidad es una época especial en Venezuela, llena de tradiciones, música, comida y celebraciones. Pero, ¿qué pasa cuando esos venezolanos emigran a otros países? Lejos de su tierra, los migrantes venezolanos han logrado mantener vivas las costumbres navideñas, convirtiéndolas en una experiencia intercultural que se extiende por todo el mundo.
La diáspora venezolana, producto de la crisis política y económica que azota al país, ha llevado consigo las tradiciones navideñas a todos los rincones del planeta. Desde Norteamérica hasta Europa, pasando por Latinoamérica y otras regiones, los venezolanos han logrado preservar y adaptar sus costumbres a los nuevos contextos.
La preparación de las hallacas, el pan de jamón, el ponche crema y otros platos típicos se ha convertido en un acto de fidelidad cultural que reúne a generaciones de venezolanos en el exterior. Asimismo, las misas de aguinaldo, las parrandas y la música zuliana siguen siendo señales claras de su origen.
Estas tradiciones se mantienen gracias a las redes comunitarias que se han formado en las ciudades con mayor presencia de migrantes venezolanos. Parroquias, asociaciones culturales y mercados latinos facilitan el intercambio de recetas, la organización de eventos y la difusión de las costumbres navideñas.
Incluso, en algunos países, las hallacas y otros platos típicos se han adaptado a los ingredientes y condiciones locales, enriqueciendo la experiencia intercultural. Programas de intercambio cultural y ferias gastronómicas han permitido que las tradiciones venezolanas lleguen a nuevas audiencias.
La Navidad venezolana en el mundo es, entonces, una muestra de la resiliencia y el arraigo de una cultura que se niega a desaparecer, incluso en medio de la adversidad. A través de la comida, la música y las celebraciones, los venezolanos en el exterior mantienen viva la esencia de su identidad, convirtiéndose en embajadores de una tradición que ha conquistado el mundo.












