El 2025 ha sido un año especialmente complejo para quienes creemos en la patria, la familia y la libertad como pilares de la vida pública. Defender estos valores desde los espacios ciudadanos de la oposición no ha sido sencillo en un contexto político marcado por decisiones tomadas desde el poder que han debilitado la democracia, erosionado el buen gobierno y reducido los contrapesos institucionales del país.
Desde la Presidencia, el Congreso y ahora también desde el Poder Judicial, el proyecto de Morena ha avanzado en la concentración del poder. Este año se concretó la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, un golpe directo al derecho de las personas a saber y a exigir cuentas. Sin transparencia no hay democracia posible, y sin información no hay ciudadanía libre.
A ello se sumaron leyes profundamente cuestionadas por amplios sectores de la sociedad. La Ley del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia, conocida como la "Ley Espía", abrió la puerta a la vigilancia sin controles claros; la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión encendió alertas sobre la libertad de expresión; y la Ley de Aguas Nacionales generó incertidumbre económica y jurídica para millones de familias productoras. Distintas leyes, un mismo efecto: limitar libertades personales, sociales y económicas.
El deterioro institucional también se reflejó en el manejo de los recursos públicos. La aprobación de la Cuenta Pública 2023, con más de 52 mil millones de pesos aún por aclarar, así como una Ley de Ingresos y un gasto público con señales evidentes de endeudamiento y uso político del presupuesto, confirman una preocupante falta de responsabilidad financiera. Todo esto ocurre mientras miles de familias enfrentan carencias, inseguridad y un futuro cada vez más incierto.
Pero frente a este escenario socialmente doloroso, México ha demostrado que su corazón ciudadano sigue latiendo con fuerza. A lo largo del año vimos a personas organizadas que no se resignan: madres y padres exigiendo medicamentos para niñas y niños con cáncer; jóvenes alzando la voz por un mejor futuro; ciudadanos marchando por seguridad, libertad y dignidad. No protestan por ideología, protestan por necesidad y por esperanza.
Ahí, en las calles y en la participación cívica, está la verdadera fortaleza del país. Defender la patria hoy significa proteger a su gente; defender a la familia es garantizar condiciones para vivir con dignidad; y defender la libertad es no callar frente al abuso del poder.
A pesar de todo, México no ha perdido la fe. El corazón social de nuestro país sigue firme en la convicción de que podemos ser una Nación de libertades, de paz y de oportunidades; una patria que cuide de cada una de sus hijas y de sus hijos. Esa esperanza, sostenida por la ciudadanía, es la base desde la cual volveremos a reconstruir un mejor futuro.
