La decisión del Gobierno de México de aprobar la fusión entre las aerolíneas Volaris y Viva Aerobus ha generado preocupación entre los analistas financieros y la opinión pública. Lejos de crear un "campeón nacional" competitivo, esta alianza consolidará un monopolio permanente en el sector aéreo mexicano, con graves consecuencias para los consumidores y trabajadores.
Antes del anuncio de la fusión, ambas empresas se reunieron con la presidenta para exponer los supuestos beneficios de la unión, argumentando que les permitiría invertir más. Sin embargo, la realidad es que esta alianza es una fusión disfrazada que ninguna autoridad antimonopolios seria habría aprobado.
El nuevo conglomerado, que concentrará cerca del 70% del mercado doméstico, operará 991 vuelos diarios y tendrá una capacidad sin precedentes para abusar de consumidores y trabajadores. Podrá reducir significativamente sus costos de mantenimiento, entrenamiento y compra de equipo, mientras que tendrá un enorme poder de negociación frente a proveedores y empleados.
La reacción de los mercados fue inmediata, con un aumento del 17% en la acción de Volaris en la Bolsa Mexicana de Valores y del 19% en Nueva York. Esto evidencia que los inversionistas ven en esta fusión una oportunidad para generar ganancias, sin importar las consecuencias para la competencia y el bienestar de los usuarios.
Cabe destacar que Volaris no es una empresa cualquiera. Ha sido denunciada por violar la ley de aviación civil al contratar pilotos extranjeros para precarizar a los mexicanos, y sus propios fundadores se jactan de haber negociado reducciones en las prestaciones laborales de los trabajadores, reducido salarios e incentivado a los pilotos para que se encarguen de limpiar los aviones.
La decisión del Gobierno de México de permitir esta fusión parece responder a una falta de visión y a una apuesta equivocada por crear un "campeón nacional" a costa de la competencia de mercado. Lejos de promover la productividad y la innovación, esta medida consolidará un monopolio poco productivo y rentista, que perjudicará a los consumidores y trabajadores del sector.
Además, la fusión Volaris-Viva atenta directamente contra otros proyectos prioritarios del Gobierno federal, como el subsidio millonario a Mexicana de Aviación y las inversiones públicas en trenes de pasajeros, al otorgar al nuevo grupo la capacidad de abrir rutas que compitan directamente con estos medios de transporte.
En resumen, la aprobación de la fusión Volaris-Viva por parte del Gobierno mexicano no es una apuesta por el desarrollo, sino una renuncia a la política de competencia. Lejos de crear un campeón nacional competitivo, esta decisión consolida un monopolio permanente, debilita proyectos públicos estratégicos y reproduce un modelo fallido: consolidación sin productividad y apoyos sin condiciones.
