El Gobierno del presidente Lucho Arce enfrenta una dura oposición por parte de la dirigencia del Movimiento al Socialismo (MAS), quienes han amenazado con declarar el "fin del mundo" si no se adoptan ciertas medidas bajo su dictado. Esta reacción contrasta con el esfuerzo del mandatario por implementar cambios racionales y de sentido común en la gestión económica del país.
La fuente señala que el Gobierno, "desprovisto hasta ahora de un militante y organizado aparato que supere la etapa de la ocupación de la burocracia", necesita portavoces en todo el territorio nacional que expliquen el cambio que se está generando. Esto evidencia la dificultad que enfrenta el presidente Arce para comunicar efectivamente sus políticas, mientras la dirigencia masista se muestra intransigente y dispuesta a recurrir a ultimátums y amenazas.
Uno de los principales cuestionamientos proviene del vicepresidente Edmand Lara, quien ha renunciado "voluntariamente al papel que la Constitución y las leyes le asignan, ser fabricante de consensos y acuerdos". Esto genera preocupación sobre la falta de liderazgo y conducción en la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde se observa una "lucha de facciones y fraccionamiento".
La fuente también señala que la democracia triunfante "no se dio cuenta" de que las Asambleas Legislativas Departamentales aún responden al "antiguo régimen", lo que se refleja en la "exclusión chicanera de postulantes valiosos al Tribunal Electoral".
En este contexto, el Gobierno enfrenta el desafío de fortalecer su capacidad de diálogo y negociación, así como de comunicar de manera efectiva sus políticas a la población. La dirigencia del MAS, por su parte, parece empeñada en obstruir los cambios y mantener su influencia, incluso a través de amenazas y ultimátums que ponen en riesgo la estabilidad democrática.










