El Fondo Indígena (Fondioc) ha sido objeto de un escandaloso desfalco, en el que se vieron involucrados altos funcionarios del gobierno de Evo Morales. A pesar de las evidencias y denuncias, la impunidad de los responsables demuestra que en Bolivia persiste un hábito institucional de perpetuar la corrupción, incluso bajo nuevos nombres y personajes.
El libro "Crónica de una traición" de Oscar Ortiz Antelo analiza el contexto político que llevó al gobierno de Morales a saquear el Fondioc durante su segundo mandato. La evolución del concepto de "lo indígena" hacia "indígena originario campesino" permitió la convergencia de grupos con intereses distintos, que Morales debió comprar mediante el programa "Bolivia Cambia, Evo Cumple", financiado con fondos venezolanos.
Al agotarse ese financiamiento, Morales y su círculo buscaron una nueva fuente de recursos, encontrándola en el Fondioc, que para fines de 2009 contaba con más de $us 100 millones. El desfalco a este fondo ha sido ampliamente documentado, y quedó demostrado que los fondos sirvieron para la campaña política de Morales y el beneficio personal de quienes lo dirigieron.
La impunidad de los responsables de este saqueo es una "condena histórica" que se repite en Bolivia, donde la creación de comisiones cuya ineficacia parece estar diseñada para perpetuar la impunidad. Esto ratifica un hábito institucional que trasciende siglas partidarias, y que pone en riesgo la reconstrucción de la democracia.
El reto del nuevo gobierno es no alimentar este "Uróboros" de la corrupción, y evitar el eterno retorno a lo mismo bajo nuevos nombres y personajes. La sociedad boliviana corre el riesgo de habitar nuevamente el mismo pasado, si no se logra romper con este ciclo de impunidad y cooptación del Estado.










