El 20 de diciembre se cumplen 36 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá para capturar al dictador Manuel Antonio Noriega. Aunque los documentos oficiales hablan de 516 muertos, entre ellos 314 militares, la mayoría panameños, la cifra real sigue siendo incierta y genera debate en el país.
El músico panameño Rubén Blades tildó este sábado de "inconcebible" que aún no se sepa con certeza cuántos panameños murieron ese día y "exista verg enza y reticencia por discutir públicamente ese episodio". Según Blades, la invasión es "quizás el acontecimiento más bochornoso, distorsionado y a la vez heroico, que jamás se haya experimentado en nuestro país, por sus características particulares".
La "Comisión 20 de diciembre de 1989", creada en el 2016 y respaldada por el Gobierno panameño, ha identificado a 236 víctimas e investiga otros 206 casos de desaparecidos durante la invasión. Sin embargo, el secretario ejecutivo de la comisión, José Luis Sosa, afirmó que "en base a las listas y a las estimaciones, tenemos una idea de que probablemente no se supere la cifra de 1.000 víctimas de la invasión".
El presidente panameño, José Raúl Mulino, quien luchó contra la dictadura de Noriega, expresó este sábado que su Gobierno mantiene el compromiso con una "democracia plena" para que no se repita el "triste" episodio de la invasión. "Hoy Panamá guarda luto. Recordamos a las víctimas del 20 de diciembre y acompañamos a sus familias, cuya ausencia sigue marcando nuestra memoria colectiva. A 36 años, reafirmamos nuestro compromiso con la verdad, la justicia y una democracia plena para que nunca más repitamos ese triste capitulo de nuestra historia. Recordar es honrar, y honrar es proteger nuestras libertades", escribió Mulino.
La invasión sigue generando debate en Panamá: aunque en general es recordada con dolor y repudio, muchos señalan la actitud de Noriega, que desconoció el triunfo de la oposición democrática representada por Guillermo Endara en los comicios de mayo de 1989 y desoyó advertencias tanto internas como internacionales del precio que significaría enfrentarse a Estados Unidos.
Noriega, un reconocido agente de la CIA estadounidense, asumió como comandante en jefe de la Guardia Nacional de Panamá (después Fuerzas de Defensa) desde 1983 a 1989, periodo en que gobernó de facto como "hombre fuerte" del país y en el que superó dos alzamientos militares en su contra.
Mientras no se haga una revisión seria de este episodio, según Blades, "continuarán frescas las heridas y la angustia de lo que no se ha resuelto, escondidas bajo la aparente costra de nuestra indiferencia cívica. El dolor y la deuda histórica están allí".












