En 1980 y 1984, las Fuerzas Armadas uruguayas irrumpieron en la pacífica colonia rusa de San Javier, deteniendo y torturando a decenas de personas bajo la falsa acusación de pertenecer a una célula comunista armada. El asesinato del médico Vladimir Roslik en 1984 sería el último crimen de una dictadura que se desmoronaba.
La vida de una comunidad de inmigrantes rusos en el litoral uruguayo cambió por completo cuando los militares la invadieron, deteniendo y torturando a decenas de personas bajo la falsa acusación de pertenecer a una célula comunista armada. El asesinato del médico Vladimir Roslik en 1984 sería el último crimen de una dictadura que se desmoronaba.
En abril y mayo de 1980, cerca de 20 personas de San Javier, un pequeño pueblo de inmigrantes rusos en el oeste de Uruguay, fueron detenidas por sorpresa mientras realizaban sus actividades cotidianas. Los llevaron a un cuartel, los torturaron y a 11 de ellos los enviaron a la cárcel por meses o años, acusados de pertenecer a una supuesta célula del Partido Comunista que se entrenaba para la lucha armada.
Sin embargo, la Fiscalía asegura que esa "mentira" se debió únicamente a la ascendencia rusa de los detenidos, sin que hubiera actividad política real. Los interrogadores buscaban establecer vínculos entre los presos y la Unión Soviética, pese a que el pueblo nunca fue un bastión comunista.
Cuatro años después, en 1984, los militares volvieron a detener a varios habitantes de San Javier, entre ellos al médico Vladimir Roslik, que murió bajo tortura. Su asesinato sería el último crimen de una dictadura que se desmoronaba.
Décadas después, el juicio por estos hechos ha reabierto heridas en la comunidad, que aún sufre las secuelas psicológicas y sociales de aquel oscuro episodio de su historia.











