En medio de las luces, la comida y la celebración, la Navidad también trae consigo momentos de nostalgia y dolor para muchos. Un sacerdote reflexiona sobre cómo afrontar estas emociones durante las fiestas.
Cada Navidad es diferente porque en el año han pasado circunstancias que nos hacen vivir la festividad del nacimiento de Jesús desde nuestra propia realidad. Hay seres queridos que han partido a la pascua con Dios, hay familiares y amigos que viven lejos. Y hay situaciones nuevas como quien vive un divorcio o sufrió una pérdida económica importante, etc. Y en esa coyuntura llega la Navidad, la alegría, las luces, la buena comida y todo lo que nos convida a vivir un nacimiento.
Sin embargo, la nostalgia por las tristezas propias aparece. Hay quien dice, por qué todos felices y yo sufriendo por mi divorcio. O quien fuertemente mantiene su luto por su familiar que ha fallecido. O quien tuvo un año tan difícil que ha perdido un poco el interés por disfrutar, ya que la economía no es la mejor. Es decir, se puede llegar muy cansado a la Navidad.
Y en medio de la fatiga física y emocional podemos oír el canto de los ángeles que anuncian el nacimiento de Jesús: "Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad." (Lucas 2,14).
Hoy estás llamado a dejarte invadir por la Gloria que cantan los ángeles, pero en especial por tu vida, por tu caminar. El mejor regalo de Navidad es proceder como un ser humano de buena voluntad. Una persona que está contenta consigo misma. Descubrir que uno en medio de sus dificultades ha hecho bien las cosas. Y no hablo desde el orgullo o el ego. Hablo desde la valoración justa y sensata hacia uno mismo.
Has trabajado, te ha tocado difícil, has aguantado, eres un guerrero, una guerrera, buscas la manera de salir adelante, tienes fuerza interior y por eso hoy vale la pena unirse al coro de los ángeles y decir Gloria a Dios por todo lo que has vivido y en especial por la recta intención, por el buen proceder que Dios ha infundido en tu vida.
Hoy te invito a celebrar, pero no para levantar una copa y llorar, sino para decir, gracias Dios por la gente linda de mi vida. Gracias también por la persona que ya no está a mi lado. Aprendí, valoré, entendí muchas cosas. Hoy no se vale hablar desde el dolor como única opción, sino desde el agradecimiento, porque todo nos ha servido. Y gracias porque estoy vivo y puedo seguir naciendo a grandes experiencias.
Hay una cosa muy linda que a veces no reconocemos del todo. Creemos que lo valoramos, pero nos falta ser conscientes, y es la presencia de la gente que siempre nos quiere, que siempre está. A veces lloramos y nos ponemos mal justo al lado de quienes nos quieren y nos acompañan. Tenemos alrededor personas que nos aman y nos valoran y nos quedamos pensando en los dolores y no terminamos de disfrutar con quienes siempre están.
Hoy te invito a que no pierdas el tiempo. Disfruta con consciencia, no tomes licor para calmar los dolores. Más bien, brinda con plena certeza que hay gente que te ama y que tú amas a pesar de todo lo doloroso que has vivido. Hoy, si tienes la oportunidad de brindar, hazlo, no empañes la alegría de vivir, de seguir naciendo.
Navidad es oportunidad, es nacer a lo más bello de la vida. El amor. Amarse a sí mismo, a los demás. Navidad es dejarse sorprender por Dios, Él siempre nos va hacer nacer de nuevo. Él mismo se hizo carne, porque Él ama la naturaleza humana. Nuestra humanidad vale la pena. Tu vida, tus esfuerzos, tu caminar son parte del canto de los ángeles.
Quiero terminar invitándolos a pensar en la bondad de las personas que han partido al encuentro con Dios. Hace poco presidí el funeral de un señor muy querido, un cantor que con su guitarra fue llenando de melodía la vida de su familia. Sus hijas cantaron en el Aleluya de forma majestuosa y amorosa. Y hoy a nuestros seres queridos les podemos decir gracias, seguiremos cantando el Gloria con ustedes que nos dieron el testimonio de ser hombres y mujeres de buena voluntad. Así que por ellos también un brindis, porque siguen acompañándonos y celebrando con nosotros, no se han ido.
Querido lector que el Niño Jesús te traiga alegría y esperanza. Levanta tu copa: Salud y feliz Navidad.












