Más de tres décadas después de la invasión estadounidense a Panamá en 1989, cientos de familias aún buscan esclarecer el paradero de alrededor de 236 familiares y amigos que desaparecieron durante ese conflicto armado. Hasta el momento, las autoridades han logrado identificar 11 restos de víctimas, pero los datos sugieren que el número de desaparecidos podría ser mucho mayor.
La fiscal Geomara Guerra, del Ministerio Público, explicó que, desde 2019, se han recolectado cientos de testimonios de testigos y familiares de las víctimas, y se han obtenido 165 pruebas de ADN que forman parte del banco de muestras biológicas. Gracias a este trabajo conjunto entre el Ministerio Público y la Comisión del 20 de Diciembre, se han logrado exhumar restos en los cementerios Jardín de Paz y Monte Esperanza, en la provincia de Colón, permitiendo la identificación de 11 personas reportadas como desaparecidas.
Sin embargo, Guerra señaló que aún queda un largo camino por recorrer, ya que en algunos casos la extracción de ADN ha sido casi imposible debido a que los restos fueron quemados. Además, 21 muestras han sido enviadas a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) para intentar su identificación.
Rolando Murgas Torraza, presidente de la Comisión del 20 de Diciembre, consideró que este organismo debería ser permanente, con el fin de preservar la memoria histórica de los hechos ocurridos durante y después de la invasión. No obstante, indicó que no están garantizados los fondos para el funcionamiento de la comisión en 2026, ya que dependen de recursos asignados por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Por su parte, Gilberto Marulanda, de la Defensoría de los Universitarios, ha recopilado testimonios de sobrevivientes de la invasión que estiman que el número de personas muertas sin identificar podría ascender a 500. Como ejemplo, relató el testimonio de un exrecluso de la cárcel Modelo, quien aseguró que varias madres que acudieron al penal para conocer la situación de sus familiares detenidos murieron durante los ataques, pero se desconoce qué ocurrió con sus cuerpos.
Brenda Bethancourt, cuyo padre desapareció durante la invasión, afirmó que no ha perdido la esperanza de que sus restos se encuentren entre los que aún faltan por identificar mediante pruebas de ADN. Relató que su padre, quien formaba parte de las Fuerzas de Defensa, les advirtió días antes que se avecinaba una situación difícil y les pidió fortaleza. El día de la invasión, vecinos alertaron sobre los bombardeos, y varios familiares intentaron llegar al cuartel, pero fueron detenidos y obligados a retirarse del área.
A pesar del tiempo transcurrido y la falta de información certera sobre el paradero de sus seres queridos, estas familias continúan buscando respuestas y justicia, con la esperanza de poder dar un cierre a este doloroso capítulo de la historia de Panamá.











