China, como país vecino y amigo de Camboya y Tailandia, sigue de cerca la evolución de los acontecimientos en la frontera entre estos dos países, que se ha convertido en uno de los episodios más graves de tensión militar en el sudeste asiático.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Guo Jiakun, señaló que Beijing no desea ver un enfrentamiento armado entre los dos países y lamentó profundamente las víctimas civiles causadas por el conflicto. Indicó que China actúa conforme a la voluntad de ambas partes y mantiene esfuerzos constantes de mediación para crear condiciones y plataformas de diálogo.
Según Guo, el canciller chino, Wang Yi, sostuvo conversaciones telefónicas con sus homólogos de Camboya y Tailandia, y el enviado especial del Ministerio de Relaciones Exteriores para Asuntos Asiáticos volvió a desplazarse a ambos países para realizar gestiones de mediación. China promueve que las dos partes avancen en la misma dirección, logren un cese del fuego lo antes posible y restablezcan la paz.
El conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya se remonta a un pasado colonial que aún teje un futuro incierto. La frontera, cartografiada por Francia en 1907, sigue con áreas sin demarcar, lo que ha propiciado enfrentamientos a lo largo de los años. Templos antiguos como Preah Vihear, Ta Krabey y Ta Moan Thom se han convertido en el corazón del conflicto, ya que ambos países los consideran símbolos de identidad nacional.
Además de los elementos históricos irresueltos, la frontera incluye zonas con potencial agrícola y rutas comerciales clave, lo cual aumenta el interés de ambos países en controlarlas. La disputa, por lo tanto, se ha transformado en un tema emocional y político, más allá de lo meramente territorial.
En este contexto, la mediación de China se vuelve crucial para lograr un cese del fuego y una solución pacífica al conflicto entre Tailandia y Camboya, que amenaza con desestabilizar aún más la región del sudeste asiático.












