Chile acaba de vivir una elección presidencial que ha puesto a prueba la fortaleza de su sistema democrático. El triunfo en la primera vuelta del candidato de extrema derecha José Antonio Kast ha generado preocupación tanto dentro como fuera del país, al poner de manifiesto el avance de las llamadas "nuevas derechas" en América Latina.
Kast, un abogado de 55 años que ha sido diputado y senador, representa una facción de la derecha chilena que se aleja del modelo de centro-derecha que había predominado en el país en las últimas décadas. Sus propuestas, que incluyen el endurecimiento de la política migratoria, el rechazo al aborto y la defensa de un modelo económico ultraliberal, lo sitúan más cerca de líderes como Jair Bolsonaro en Brasil que de la centroderecha tradicional chilena.
El triunfo de Kast en la primera vuelta, con el 27,9% de los votos, obligó a los analistas a distinguir entre una "derecha democrática" y una "extrema derecha" en la región. A diferencia de Bolsonaro, Kast ha manifestado su respeto por las instituciones y ha descartado intentar un golpe de Estado, si bien sus propuestas y su discurso han sido calificados por muchos como antidemocráticos.
La segunda vuelta, que se celebrará el 19 de diciembre, enfrentará a Kast con el candidato de centroizquierda Gabriel Boric, un diputado de 35 años que lidera una coalición de partidos de izquierda y centro-izquierda. Boric, que obtuvo el 25,8% de los votos en la primera vuelta, ha prometido impulsar una agenda progresista que incluye la reforma de la Constitución, la ampliación de los derechos sociales y la transición hacia un modelo económico más equilibrado.
La elección chilena se enmarca en un contexto regional marcado por el avance de líderes de derecha y extrema derecha en países como Brasil, Perú y Ecuador. En ese sentido, el resultado del balotaje en Chile será observado con gran atención, tanto por sus vecinos latinoamericanos como por la comunidad internacional, que ve en este país un baluarte de la democracia en la región.
