La Operación Apocalipsis, liderada por la Fiscalía Occidente, logró desmantelar una red de corrupción que operaba al interior de las cárceles de Santiago 1 y San Joaquín. En total, 47 gendarmes fueron detenidos e imputados por delitos como el ingreso ilegal de artículos prohibidos y la facilitación de visitas no autorizadas.
La investigación, de larga data, reveló que grupos criminales pagaban a los funcionarios de Gendarmería para introducir al penal objetos como teléfonos, drogas, alcohol, ropa y comida. Además, se permitía el ingreso de personas que simulaban ser visitas, conocidas como "gatitas".
Esta estructura delictual habría movido más de $6.300 millones en tres años, conformando un ecosistema criminal estable y funcional dentro de los recintos penitenciarios. Tras la detención del último gendarme prófugo, el director de Gendarmería, Rubén Pérez, anunció la desvinculación de todos los funcionarios implicados, señalando que "han violado el juramento a la bandera y nos han traicionado".
Los 47 gendarmes detenidos enfrentarán ahora un control de detención y formalización en el 12vo Juzgado de Garantía. Junto a ellos, otros 23 civiles también serán imputados por su participación en esta red de corrupción carcelaria.
La Operación Apocalipsis, que involucró a diversas regiones del país, representa un duro golpe a la integridad del sistema penitenciario chileno. Las autoridades han prometido depurar a los "malos elementos" que "contaminan" a la institución, reafirmando su compromiso con la ética y la transparencia.
