El nuevo presidente de Bolivia, Rodrigo Paz, anunció el fin de la subvención a los combustibles, una política que los gobiernos de izquierda habían mantenido durante 20 años. La medida, que busca generar un gran ahorro a las arcas públicas, ya ha provocado un importante descontento social en el país.
La decisión de eliminar el subsidio a los combustibles es parte de las reformas económicas impulsadas por el gobierno de Paz, quien asumió el cargo hace apenas unos meses. Según explicó el mandatario, esta medida es "necesaria" para sanear las finanzas públicas, que se han visto severamente afectadas por años de gasto excesivo y políticas populistas de los gobiernos anteriores.
Sin embargo, la eliminación del subsidio tendrá un fuerte impacto en los bolsillos de los bolivianos, quienes verán un aumento significativo en el precio de los combustibles. Esto ha generado una ola de protestas y manifestaciones en todo el país, lideradas por sindicatos, organizaciones sociales y partidos de oposición.
"El fin del subsidio al combustible es necesario, pero hay que sortear la resistencia social que esto va a generar", afirmó un experto consultado por RFI. Según el analista, el gobierno deberá implementar medidas de compensación y acompañamiento para mitigar el impacto en los sectores más vulnerables de la población.
Paz ha defendido la medida argumentando que es una decisión dolorosa pero inevitable para sanear las finanzas públicas y evitar un colapso económico. Sin embargo, la oposición y los grupos sociales movilizados consideran que el ajuste recae de manera desproporcionada sobre los ciudadanos, mientras que las élites y los grandes empresarios no hacen sacrificios.
La crisis generada por la eliminación del subsidio a los combustibles se suma a otros desafíos que enfrenta el gobierno de Paz, como la polarización política, la desaceleración económica y la creciente inseguridad ciudadana. El presidente deberá navegar estas aguas turbulentas si quiere lograr estabilidad y gobernabilidad en su mandato.
