CUERPO DEL ARTÍCULO:
Hay dos importantes noticias relacionadas con la protección contra el COVID-19. La primera es que una investigación de la Universidad de Stanford logró identificar los mecanismos detrás de la rara complicación de miocarditis (inflamación del corazón) asociada a las vacunas de ARN mensajero contra el COVID-19, como la de Pfizer. Los científicos descubrieron que el bloqueo de dos moléculas de señalización inmunitaria, CXCL10 e interferón gamma, reduce los signos de estrés cardíaco en modelos de laboratorio. Esto abre la puerta a posibles tratamientos para prevenir este efecto adverso.
Cabe destacar que la miocarditis es mucho más frecuente tras la infección por COVID-19 que después de la vacunación. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, se registran 1.500 casos por millón de pacientes con COVID-19, mientras que la tasa es de 7 por millón de primeras dosis de vacuna, 31 por millón de segundas dosis y 60 por millón en hombres menores de 30 años.
La segunda buena noticia es que la vacuna argentina Arvac, diseñada contra la subvariante Ómicron JN.1, también protege contra la subvariante XFG, conocida como "Frankenstein", que se ha vuelto predominante en las últimas semanas. Ensayos de laboratorio demostraron que los anticuerpos generados por Arvac se multiplican por ocho frente a esta cepa y detienen la infección.
Esto contrasta con la situación de la vacuna de Pfizer, que si bien también genera inmunidad contra XFG, enfrenta cuestionamientos sobre su nivel de reactogenicidad (efectos adversos leves) en el contexto actual de la pandemia. Expertos como el infectólogo Marcelo Corti consideran que podrían ser necesarias vacunas con tecnologías más tradicionales y seguras para recuperar la confianza de la población en la vacunación.
