La estenosis foraminal es una condición de la columna que genera dudas entre quienes practican actividad física regularmente. Caracterizada por el estrechamiento de los espacios por donde pasan los nervios, puede causar dolor irradiado a brazos o piernas, además de hormigueo, pérdida de fuerza y limitación de movimientos. Ante el diagnóstico, una de las preguntas más frecuentes es si el ejercicio físico ayuda o empeora esta condición.
De manera general, el movimiento es un aliado y no un villano para quienes padecen estenosis foraminal. El sedentarismo puede aumentar la rigidez muscular, reducir la movilidad de la columna e intensificar los dolores. La práctica regular de actividad física contribuye al fortalecimiento de la musculatura de soporte, mejora de la postura y mayor estabilidad de las articulaciones, factores que ayudan a reducir la sobrecarga sobre la columna vertebral.
Además, los ejercicios bien orientados favorecen la circulación local y ayudan a mantener la funcionalidad a lo largo del tiempo, algo esencial para quienes conviven con esta condición. Sin embargo, ni todo tipo de ejercicio es adecuado. Los entrenamientos de alto impacto, los movimientos repetitivos y las cargas excesivas o mal distribuidas pueden aumentar la compresión de los nervios y agravar los síntomas.
Por eso, la ejecución correcta y la progresión gradual de los movimientos son fundamentales. Un signo de alerta importante es el dolor persistente durante o después del entrenamiento, especialmente cuando irradia hacia brazos o piernas. En esos casos, ajustes en la rutina son necesarios.
Las actividades de bajo impacto suelen ser mejor toleradas. Caminatas a ritmo cómodo, ejercicios de fortalecimiento del core, entrenamientos de movilidad y prácticas que priorizan el control del movimiento ayudan a mantener el cuerpo activo sin sobrecargar la columna. El enfoque debe estar en la calidad del movimiento, no en la intensidad o el peso levantado.
Otro punto clave es la regularidad. Alternar largos períodos de inactividad con entrenamientos intensos tiende a generar más malestar que mantener una rutina moderada y constante. La actividad física continua ayuda a preservar la movilidad y reducir crisis de dolor a lo largo del tiempo.
Tener estenosis foraminal no significa abandonar el ejercicio físico. En muchos casos, mantenerse activo forma parte de la estrategia para convivir mejor con la condición y preservar la calidad de vida. El cuidado está en adaptar el entrenamiento a las limitaciones del cuerpo, respetar las señales de dolor y evitar comparaciones con otros practicantes. Con elecciones conscientes, atención a la postura y ajustes sencillos en la rutina, es posible entrenar con seguridad incluso con estenosis foraminal.











