El artículo aborda una realidad incómoda pero necesaria: no todas las personas tienen la vocación, habilidades o carácter para desempeñar cualquier rol en la sociedad. Si bien desde niños se nos enseña que "podemos ser lo que queramos", la verdad es que hay funciones que requieren cualidades específicas que no todos poseemos.
Según el texto, el problema surge cuando quienes no tienen las aptitudes necesarias ocupan espacios donde esas capacidades son obligatorias, no opcionales. Esto puede ocurrir en todas las profesiones, incluyendo el campo jurídico.
"Un título puede conseguirse, pero la capacidad para desempeñar un papel determinado, no", advierte el experto. Hay roles que exigen, además de conocimiento, "un temple particular" para enfrentar la presión y el conflicto. "No todos nacieron para eso", reconoce.
La independencia judicial, por ejemplo, es fundamental para que las decisiones se basen en hechos y derecho. Sin embargo, la presión externa o social puede afectar a quienes no tienen la fortaleza para resistirla, lo que puede derivar en fallos que no reflejan verdadera justicia.
Por eso, el artículo hace un llamado a dejar atrás la idea de que "cualquiera puede ser cualquier cosa". No se trata de frustrar sueños, sino de entender que hay roles cuya dignidad depende de la persona que los ejerce. Si uno no tiene la vocación o el carácter requerido, quizás deba elegir un camino diferente antes de afectar vidas que no son la suya.
"No todos podemos ser lo que queramos. Y, sobre todo, no todos deberíamos serlo", concluye el experto, en un mensaje que invita a la reflexión sobre nuestras verdaderas aptitudes y limitaciones.
