El presidente de Colombia, Gustavo Petro, reaccionó con fuertes declaraciones a la victoria del candidato de ultraderecha José Antonio Kast en las recientes elecciones presidenciales de Chile. A través de sus redes sociales, Petro calificó el triunfo como un "retroceso democrático" y lo vinculó con el avance del fascismo en la región.
En una serie de mensajes, el mandatario colombiano evocó la memoria de figuras emblemáticas de la izquierda latinoamericana, como Salvador Allende y Pablo Neruda, para advertir sobre los peligros que representa el ascenso de Kast al poder. "Ya me censuraron el trino que escribí, pero dije allí y lo repito, volvieron a matar al presidente", afirmó Petro, en alusión a la derrota de las fuerzas progresistas en las urnas chilenas.
Petro también calificó al nuevo presidente electo como "nazi" y "hijo de nazi", dejando en claro su postura de no reconocimiento político hacia quienes representan ideologías extremistas. Además, comparó la situación actual con la dictadura de Augusto Pinochet, señalando que "Triste que Pinochet tuvo que imponerse a la fuerza, pero más triste ahora es que los pueblos elijan su Pinochet: elegidos o no, son hijos de Hitler y Hitler mata los pueblos".
Las duras críticas de Petro se enmarcan en un contexto regional de preocupación por el avance de la extrema derecha en América Latina. La victoria de Kast en Chile se suma a otros triunfos de candidatos de corte nacionalista y conservador, como Jair Bolsonaro en Brasil y Nayib Bukele en El Salvador.
Para el presidente colombiano, este fenómeno representa un retroceso en los logros democráticos y sociales alcanzados en las últimas décadas en la región. Petro advierte que el ascenso de líderes con discursos populistas y autoritarios pone en riesgo los derechos y las libertades de los ciudadanos.
La reacción de Petro refleja la profunda división ideológica que atraviesa a Latinoamérica en la actualidad. Mientras algunos países optan por un giro hacia la derecha, otros, como Colombia, mantienen una postura firme en defensa de los valores progresistas y la democracia.
En medio de este escenario polarizado, el futuro de la región se perfila como un campo de disputa entre dos modelos políticos antagónicos, que tendrán que dirimir sus diferencias en las urnas y en las calles en los próximos años.
