Después de una década marcada por la "revolución ciudadana" y la polarización política, los analistas coinciden en que Ecuador se encuentra en una encrucijada sin una alternativa clara de país a la vista. Los intentos aislados y parciales en materia económica, social y política no han logrado superar el fantasma del correísmo ni establecer una situación radicalmente diferente.
La sensación de "déj vu" predomina en la visión hacia atrás, con la omnipresencia del clivaje correísmo-anticorreísmo como elemento estructurador de la contienda política. Esto evidencia que no se ha construido un modelo de sociedad y de país alternativo, a pesar de los cambios de gobierno.
En lo económico, los expertos señalan que se han dado "pasos temerosos" atendiendo problemas puntuales, sin la coherencia que proviene de un plan integral. En lo social, advierten claros retrocesos que se manifiestan en indicadores dramáticos, junto a la ausencia de políticas de mediano y largo alcance.
En el ámbito político, además de mantener el fantasma del correísmo, se continúa fomentando el rechazo a los partidos y alimentando la esperanza en el "caudillo iluminado" que venga a poner orden. Mientras tanto, problemas como la inseguridad y el crimen organizado se reproducen sin una estrategia integral para enfrentarlos.
Ante este panorama, los analistas consideran que la responsabilidad recae ahora en la sociedad, con sus élites y ciudadanía. Sin embargo, tampoco en ese campo se vislumbran iniciativas que puedan alimentar el optimismo, pues las organizaciones de base populares están debilitadas y las empresariales han preferido abandonar el espacio público.
"Si, como considera la mayoría de la población, los políticos han fracasado, entonces la responsabilidad pasa a la sociedad. Pero tampoco en ese amplio campo se encuentran iniciativas que puedan alimentar mínimamente al optimismo", señala uno de los expertos consultados.
En resumen, los analistas advierten que, a pesar del cambio de gobierno, Ecuador se encuentra en una situación de estancamiento sin una alternativa clara de país a la vista, lo que augura un futuro incierto para el país andino.











